“¡Que caídas de mujeres estamos!, ¿desde cuándo ganan las feas?”, dijo en su programa de ayer por la noche, con peculiar énfasis, la archiconocida periodista Magaly Medina, refiriéndose a las flamantes elegidas Miss Perú Mundo, Melissa Paredes, y Miss Perú Universo, Cindy Mejía, quienes dentro de poco cruzarán nuestras fronteras para representarnos en los certámenes de belleza cuyos lauros nacionales las han calificado para disputar los cetros y coronas que su belleza en juego en esos escenarios.
“Vi a Cindy y casi me caigo”, señaló la Medina refiriéndose a nuestro crédito de belleza al parecer de talla universal, y luego pasó a categorizar furibundamente a Melissa Paredes, nada más y nada menos, como “una piltrafita cualquiera, encima, ¡valga señor la frase que sigue!, con aires de bataclana”. Frases que la Medina expresó segura de si misma en este tipo de avatares, en los que la elocuencia de la que hace gala en más de una oportunidad le ha generado problemas.
No es el propósito en estas líneas de legitimar un tipo de concursos que nunca, valgan verdades, han tenido razón de ser si de lo que se trata es de mostrar desde otra perspectiva a la mujer. Más aun si lo que se pone por delante ahora mucho más, muchísimo más, que antes, es la simple apariencia física, la fisionomía de unas jóvenes, que en los casos en los que la naturaleza ha sido menos generosa están prestas a realizar una inversión en el campo de la cirugía a fin de adquirir el prototipo ideal que les garantice el estatus de belleza que este tipo de lides exige. No.
Claro que no. De lo que se trata más bien aquí, sin tratar para esto de reclamar para estas jóvenes nada a nivel intelectual, es de saber si la Medina tiene el derecho de descalificar en tal forma a unas jóvenes que el destino o su propia decisión han llevado a tentar suerte a través de este tipo de certámenes que, esperemos, con el tiempo den paso a otro tipo de competencias en los que otros atributos del sexo femenino sean puestos por delante a la hora de evaluar a una mujer que si bien expone ante todo su fisionomía, no se reduce tan solo a ello.
Creemos que Magaly Medina hubiese hecho mejor si hubiese limitado sus críticas a otro tipo de comentarios en los que la descalificación exacerbada de la fisionomía de una persona no entra en juego. Tal vez hubiese sido mejor que la Medina por comparación hubiera puesto en evidencia la falta de nivel estético de nuestras reinas de belleza. Y nos hubiese evitado, dicho sea de paso, enterarnos de la penosa réplica de una de nuestras jovencitas, Melissa Paredes, que ante las destructivas críticas de la Medina dijo que sus fotos “como conejita, no fueron para una revista fueron para mi”. ¿Si tan solo la inocencia también se premiase?