Viernes 20 de septiembre 2024 | Contáctenos
El obstinado candidato izquierdista a la presidencia de México, Manuel López Obrador, tiene sobre la cabeza una apabullante diferencia de cuatro millones de votos, no obstante lo cual –siguiendo su propia línea de carrera– ha denunciado un fraude consumado en su perjuicio. Ha hecho exactamente lo mismo que hizo hace seis años, en que impugnó la victoria de Felipe Calderón bajo el mismo pretexto, aunque en esa oportunidad la diferencia era mínima. Algo así como un medio por ciento, en contraste con el casi siete por ciento que le lleva el ganador, Enrique Peña Nieto.
Este corsi y ricorsi constante que registra el devenir de la historia, ofrece situaciones parecidas que se repiten, inclusive en distintos escenarios. Tuvimos en el Perú un candidato que perdió dos elecciones sucesivas –en 1956 y 1962– y tachó a ambas de fraudulentas. En vía de compensación, logró posteriormente dos victorias electorales también sucesivas –1963 y 1980– que desde luego fueron tan limpias como las anteriores.
Sospecho que el caso no se va a repetir a cabalidad, puesto que veo a López Obrador cada vez más lejano del palacio virreinal del Zócalo, en la capital azteca. Aunque en política no hay imposibles. Allende en Chile y Lula en Brasil llegaron en su cuarto intento. Algo así le sucedió a Belisario Betancur en Colombia. Ahí, escondido en el corazón, debe permanecer el anhelo de nuestra amiga Lourdes Flores Nano, que ostenta, como López Obrador, dos fallidas postulaciones.
A estar con la teoría de López Obrador, en México solamente habrá elecciones limpias cuando él las gane, porque si las próximas las vuelve a perder, aparecerá de modo automático la denuncia de fraude.
Es verdad que en la gran nación mexicana la tradición electoral es de escasísima pulcritud, pero no cabe duda que a partir de la primera derrota padecida por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a manos de Vicente Fox, el sistema ha mejorado sustancialmente y ahora los procesos se desarrollan en términos de equidad y corrección.
Tal no era por cierto la práctica en las sucesivas elecciones que el PRI ganó desde la época de Alvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, pasando por el legendario Lázaro Cárdenas.
Ahora el PRI retorna por la vía democrática, llevando a la cabeza a un líder joven y brillante, como es Peña Nieto, quien ostenta el adorno adicional de una bella esposa. Por anuncio del propio ganador, las viejas prácticas del partido habrán quedado en los anales de la historia. Dentro de seis años habrá elecciones y el PRI podrá perderlas o ganarlas y no pasará nada grave.
El PAN se ha sostenido dos períodos y ha sufrido desgaste, aunque su candidata presidencial, doña Josefina Vásquez, ha obtenido un respetable veinticinco por ciento de los sufragios. Si el PAN hubiera organizado un fraude, sería obvio que lo habría hecho a favor de su propia candidata. En fin, probablemente en el 2018 se repita la denuncia de López Obrador.
Publicado el 07 de julio de 2012 en el diario La Razón.
Cargando...