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Miércoles 11 de julio 2012

El PRD en riesgo de un fracaso mayor

Por: René Avilés Fabila.
El PRD en riesgo de un fracaso mayor
Foto: aztecanoticias.com.mx

En estos días las acusaciones de López Obrador y los suyos, sus seguidores más fanatizados, aumentan de tono y se convierten en falsedades obvias. Una tras otra han caído. El IFE simplemente les ha dicho que presenten pruebas serias sobre las irregularidades y no dejen todo en el mero chismorreo o en la conjetura. Ahora hablan de que el PRI compró más de cinco millones de votos, algo increíble en un proceso tan rigurosamente vigilado como el que acaba de transcurrir. Son pretextos para no aceptar la derrota. Ahora la cúpula perredista, no conforme con azuzar a los jóvenes contra todos los blancos que encuentren a su paso (pobre Derbez, él sólo quería casarse en santa paz), ahora anticiparon que el jueves “exigirán” que las elecciones sean anuladas. Algo irrazonable que los triunfadores perredistas no ven con buenos ojos. Ya Graco Ramírez, convertido en gobernador electo de Morelos, ha dicho que se deslinda de AMLO, que nada le debe al tabasqueño. Mientras que Arturo Núñez, hombre sensato, indica lo evidente: No es posible anular los comicios. Imagino que algo semejante pensarán Miguel Ángel Mancera y Marcelo Ebrard.

López Obrador ha decidido hundirse, pero desea hacerlo con todo y partido. El PRD está en uno de sus mejores momentos, es una segunda fuerza política con más de 15 millones de sufragios. ¿Por qué perder tan valioso capital? ¿Sólo por los pataleos de un pequeño grupo? El líder tabasqueño no tiene ninguna posibilidad legal y seria de probar que hubo fraude, el PAN advirtió que está del lado de las instituciones, así como lo hizo el mandatario Felipe Calderón. Muchos perredistas que no vienen del PRI han comenzado a hablar de refundar al partido y convertirlo en un organismo dueño de una ideología realmente de izquierda. En otras palabras, quitárselo a los ex priistas que hasta hoy lo han manejado como desahogo de su rencor acumulado. López Obrador corre el riesgo de quedarse solo. Diversos correligionarios comienzan a dar muestras de fastidio: cada seis años la elección fue fraudulenta y las instituciones complotaron contra él. Mientras tanto, el PRI prepara formalmente el regreso a Los Pinos y Peña Nieto comienza a actuar como Presidente de México, sin que haya otras voces de inconformidad.

Como si la situación no fuera complicada para López Obrador, sus aliados del PT y Movimiento Ciudadano nadan desesperadamente en aguas convulsas: apenas alcanzaron el número de votos suficientes para formar sus propios grupos parlamentarios, de tal modo que el PRD de AMLO se verá obligado a concederles legisladores. Lo han hecho antes, pero en otras circunstancias más favorables. Hoy el PRD ve con desconfianza a sus aliados, cuyo único mérito fue gastar todos sus recursos en la campaña de López Obrador.

Si hacemos una reflexión seria, no hay muchas posibilidades de que el IFE dé una puñalada en la espalda y de pronto diga: Sí, señor López Obrador, tuvimos un cochinero parecido a los que hacen dentro de su partido cada vez que tienen elecciones internas, en consecuencia, declararemos el proceso electoral anulado. Nada más porque usted lo dice, aunque no aporte pruebas contundentes. ¿Realmente eso sucederá o son los últimos esfuerzos de tipo legal que intenta AMLO antes de seguir la ruta de hace seis años y una vez más volver a ser el dirigente pueblerino que cada tanto amenazaba con incendiar los pozos petroleros de Tabasco si no le concedían sus caprichos? ¿Los intelectuales que lo rodean, brillantes por cierto, no serán capaces de acercarse al caudillo malhumorado y decirle que ésa no es la ruta, que lo mejor sería detenerse, aprovechar el número estupendo de votos en su favor y con ellos refundar el partido y ahora sí hacerlo una fuerza política de auténtica izquierda?

Lo dudo, a los tiranos nadie les dice que no, para sus súbditos todo está bien. Perfecto, que sigan al líder al precipicio. No tendrán tiempo para arrepentirse de la pésima maniobra política. Lo que están haciendo, encabezados por Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Monreal, Manuel Camacho y los dirigentes del PT y de Movimiento Ciudadano, es destruir un partido que fue una enorme posibilidad para democratizar al país. El problema es que tiene los mismos vicios y defectos que el PRI, y pocas de sus virtudes. Habrá que sumarle a todos esos prófugos que no salieron por sus luchas democráticas, sino porque no les dieron los cargos que deseaban. El PRD está sin duda ante una gran encrucijada: irse al abismo con AMLO como guía o deshacerse de todos esos hombres y mujeres llenos de rabia y rencor y crear un gran partido de izquierda real. No de mentiras, como el que hemos visto hasta hoy.

Graco Ramírez dijo que si hace seis años AMLO no opta por convertirse en “presidente legítimo”, hoy estarían festejando su triunfo presidencial. Es verdad, pero está visto que Obrador no es el gran dirigente que el país necesita, al contrario, cada tanto mete al país en situaciones en verdad incómodas, por sus desmedidas ambiciones y su escaso talento político y excesivo autoritarismo (Con información del diario La Crónica).

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