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REDES SOCIALES
Viernes 13 de julio 2012

Dura lucha electoral en Venezuela

Por: Emilio Cárdenas.
Dura lucha electoral en Venezuela
Foto: lapatilla.com

Las campañas electorales son períodos cada vez más importantes de intensa y dramática actividad en la lucha por el poder político. Hoy, se trabaja con el apoyo de tecnologías de comunicación -nuevas y a la vez cambiantes- con las que se apunta a maximizar la posibilidad de influenciar sobre los futuros votantes, con aportes profesionales que integran a la psicología con la sociología y con las ciencias morales y políticas y hasta con la geopolítica. Todas esas disciplinas hacen sus aportes para construir el marketing político necesario para despertar, seducir, convencer y atraer a la gente.

Para ello, se utilizan dinámicamente tanto emociones, como argumentos. En su esfuerzo muchos recurren desgraciadamente a la manipulación de todo -y de todos- con el aporte de canales de comunicación cada vez más impactantes y agresivos, utilizados industrialmente. Por los caminos que fueren, hasta por los que transitan por el filo mismo de la paranoia y el delirio. Esto es, instalando mitos y fantasías, como los que se siembran machacando constantemente con la "teoría del complot", creando "enemigos colectivos" y utilizando "chivos emisarios". Con la opinión colectiva como blanco.

Las técnicas son ampliamente conocidas, aunque no siempre sea fácil percibirlas. Se trata esencialmente de "fabricar el futuro". De anticiparlo y grabarlo a fuego en la imaginación de la gente. De modo que, de pronto, el relato se perciba como "inevitable". Para esto, entre otras cosas, la siembra constante de las llamadas "profecías autocumplidas", fenómeno estudiado por el sociólogo norteamericano Robert King Merton y, más recientemente, por el francés Claude Revel.
La capacidad de influencia se utiliza entonces como una forma de dominación, con una multiplicidad creciente de instrumentos de comunicación, del más variado tipo. Para esto, los gobiernos se dotan de enormes multimedios presuntamente "públicos" de comunicación masiva con los que procuran influenciar a todos, en todo momento. También por esto se percibe una preocupante deriva hacia el control público de todo y de todos, a la manera del "Big Brother" imaginado por George Orwell, en 1949, o del "Fahrenheit 451" de Ray Bradbury, en 1953.

La campaña electoral venezolana rumbo a las cruciales elecciones del próximo 7 de octubre -en la medida que el deterioro de la salud de Hugo Chávez no sirva como excusa para postergarlas, si de pronto sus posibilidades de éxito no aparecen garantizadas- se inscribe en lo antedicho.

Chávez no sujeta su lengua, ni utiliza parámetros normales cuando se trata de calificar al adversario. Califica a la oposición unificada de "saco lleno de alacranes y de serpientes", como si ello fuera normal. La verdad es que lo es, en Chávez. Lo cierto es que Chávez se niega a debatir, porque no quiere hablar del futuro ni, menos aún, que se revise el presente. Mientras tanto, un Capriles incansable camina el país de extremo a extremo, golpeando todas las puertas, en actitud de diálogo abierto.

Pero también, mientras tanto, Chávez sigue tratando de silenciar a los pocos medios independientes que aún pueden hacer oír su voz. Como la televisora "Globovisión", la única que pone en pantalla las concentraciones públicas de la oposición, a la que acaba de embargar por unos seis millones de dólares. La única que, además, habla de la principal preocupación de los venezolanos: la dramática situación de inseguridad personal en la que están sumergidos.

Chávez no ha podido, sin embargo, silenciar a las Iglesias, ni a los movimientos profesionales o empresarios, ni a las organizaciones civiles que se han unido en un esfuerzo descomunal y valiente por desterrar el autoritarismo desalojando a Hugo Chávez del poder omnímodo que ejerce cual soberano imperial, con el gigantesco flujo de recursos que los hidrocarburos venezolanos generan.

En la lucha electoral abierta, las encuestas están en el centro de los intentos por tratar de influenciar a la opinión pública. Para Hugo Chávez "hay más de veinte puntos de distancia" a su favor, respecto de Capriles. Para ello se apoya en algunos encuestadores que proclaman ser argentinos, que lucen desconocidos en su propia tierra, a los que se asigna una presencia constante en los medios oficiales u oficialistas. Pero ocurre que hay también otras encuestas. Bien distintas. Como las de Consultores 21, que sugieren que existe un empate técnico entre ambos candidatos; o las de consultores que asignan tres puntos de ventaja a Capriles o las de Varianza, que sugieren que Capriles está al frente, con cinco puntos de distancia sobre Chávez. El tiempo dirá.

Chávez sigue con su peculiar estilo y con su filoso lenguaje, pero crece la sensación de que ya no tiene la fuerza emotiva de ayer. Que su carisma está algo deteriorado y que ya no puede tapar fácilmente -con meras palabras- la realidad diaria. Por más encendidas que ellas sean. Además el nacionalismo que predica, no enciende como ayer. Y el socialismo que proclama no es más que promesas, muchas de ellas incumplidas. Por esto, para desterrar el diálogo afirma que "el que no es chavista no es venezolano", frase que ha sido repudiada por propios y ajenos. Porque realmente no suena demasiado bien en un país en el que el 52% votara por la alternativa democrática no hace mucho: el 26 de septiembre de 2010.

Como cabía esperar, una campaña sumamente dura. Casi sin límites para el agravio, por parte de Chávez. Con un Capriles que trabaja de sol a sol y propone incansablemente el diálogo y la necesidad de debate, a lo que Chávez contesta con una actitud de ignorancia, como si no hubiera escuchado pedido alguno, ni tampoco interés del pueblo por ser testigo de una confrontación que, lejos del plano de los insultos y los agravios, transite en cambio -con seriedad y calma- por un plano distinto: el de las ideas (Con información del diario La Nación).

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