¿Un primer ministro político o ejecutivo?

No cabe duda que Óscar Valdés ha decidido no rendirse fácilmente y dar cara a la ofensiva que pide su salida. Lo que él muestra como fortaleza es su resolución y su capacidad ejecutiva para atacar problemas agudos del país. Ha organizado una estructura para dar la batalla en el Vraem que incluye un secretario ejecutivo con más poderes y reuniones mensuales con todos los presidentes regionales y alcaldes de esa área, y ya se ha obtenido un primer logro importante con el rescate de 10 niños y la captura de ‘Jorge’. Estuvo con seis ministros en Sechura, Piura, lanzando un nuevo modelo de trabajo Estado-empresa de gas-población. Viajó nuevamente a Madre de Dios para hacer un seguimiento de la lucha contra la destrucción ambiental, y recientemente organizó una expedición de dos días con ocho ministros a las zonas más contaminadas por la minería ilegal en Puno, tomando el toro por las astas en un tema de muy difícil solución.

Anteanoche reveló una noticia muy alentadora: el acuerdo con Moquegua para darle luz verde a Quellaveco, un proyecto de 3.800 millones de dólares que estaba entrampado por la oposición de agricultores y activistas, y que se ha resuelto luego de casi un año de negociaciones en una mesa de diálogo. Este destrabamiento es un respiro importante para el gobierno en la ruta de sacar adelante proyectos de gran importancia para el país, y puede ayudar a reunir fuerzas positivas para avanzar en lo de Conga.

El argumento central de Valdés es que lo que se necesita en la PCM, más que una vocación para el diálogo político, es capacidad de gestión y de diálogo técnico-ejecutivo para negociar soluciones a problemas concretos. Afirma que él recibe diariamente a delegaciones con demandas diversas y que la mayor parte de conflictos está siendo gestionada. Sostiene, además, que en la PCM están las comisiones y los organismos públicos que lideran las principales reformas que el Estado Peruano requiere, y que eso también demanda capacidad ejecutiva.

La otra tesis es la que sostiene que la presidencia del Consejo de Ministros necesita, más que un gerente eficiente, a un político, a una personalidad dialogante de centroizquierda, una suerte de neo-Siomi Lerner, si es que se quiere, por ejemplo, aflojar la resistencia en Conga. Pero, ¿por qué sí funcionaría ahora lo que en su momento tampoco funcionó? ¿Por el desgaste de tantos meses? Puede ser, pero el gobierno ya adelantó esa estrategia al designar al ministro de Justicia para el manejo político y nombrar un facilitador para un diálogo que es necesario pero que sigue siendo rechazado por los más radicales.

En cualquier caso, lo que sin duda necesita el gobierno es más análisis y estrategia política en el terreno, y capacidad de procesar a los que lideran ataques violentos. Efectividad política y judicial. Pues, mientras tanto, una amenaza muy seria se cierne en el horizonte: la captura del Sutep por el Movadef. Es decir, por Sendero. He allí un terreno en el que los demócratas deberían de unir esfuerzos, incluso con Patria Roja, para evitar que algo que podría terminar por arruinar no solo la educación pública, sino el futuro mismo del país.