Diferencias entre la ética y el derecho

Grandes han sido los esfuerzos de los teóricos para compaginar el ser del derecho con el deber ser. Hay quienes establecen fronteras inexpugnables entre los dos, pero también se afirma que el ser del derecho, condiciona el deber ser.

La corriente formalista establece con claridad el ser del derecho y no acepta otro que el sancionado por el legislador, en tanto  otra corriente supone inexistente el derecho que no se apoya en postulados éticos.

Para algunos, la ética es una especie de guía del pensamiento para que la conducta se acerque a lo que ellos llaman la esencia del ser humano.

Pero también podemos entender el derecho como instrumento para hacer posible la convivencia social. Tendencias han afirmado la vigencia de la ley de la selva, con atenuantes hipocritonas para hacer creer en la libertad, la igualdad y la fraternidad, sólo para convencer a los sometidos, de la legitimidad de la lucha en busca de hacer realidad esas bellas expresiones, estandartes de la revolución francesa.

La lucha por la vigencia de la norma para evitar que la voluntad del más fuerte diga a quien asiste la razón en una controversia, se ha extendido por toda la geografía en busca de una relación armoniosa que dé al ser humano un lugar cada vez más cerca de la idea de la igualdad, de la libertad y la convivencia armoniosa.

Así el no matarás se ha convertido en norma casi universalmente aceptada, pero cuando de defender el patrimonio de los fuertes se trata, se exalta el patriotismo para lograr la inmolación consentida de millones de vidas jóvenes que regresan a la paz sólo para sentir nostalgia por sus muertos y lamer dolorosamente las heridas que en su cuerpo y espíritu dejó su apego inconsciente a normas hechas en el discurso para garantizarle la vida y el acceso a la felicidad, a cambio de llegar a la muerte prematuramente y por consecuencia, negado el derecho a cumplir su ciclo vital, en un recorrido cíclico. Otros vendrán después que él, escucharán el mismo discurso para legar al mismo sufrimiento con otros nombres, otros huérfanos y esperanzas fallidas sólo para encontrar también la muerte prematura.

Ahora se plantea la pregunta ¿Puede y debe el derecho tutelar los principios éticos y convertirlos en reglas de conducta obligatoria?

Un tratadista dijo alguna vez, que el derecho es tan sólo una pequeña parte de la ética, así entendido, la brecha entre la moral y el derecho y entre éste y la ética, seguirá siendo enorme, no por justa, sino por la limitación evolutiva de la naturaleza humana.

Exigir el derecho en nombre de la ética, es plausible, pero se corre el riesgo de caer en la anarquía en un mundo que ha renunciado a conocer la esencia del universo y se complace con que le dejen vivir, sin saber de qué voluntad depende poder seguir haciéndolo.

Cumplir con el mandato positivo es suficiente, pedir que sea el espíritu de la ley quien impere, es por ahora una quimera. ¿Podremos reclamar con posibilidades de éxito que la educación que imparta el estado tienda a desarrollar armónicamente todas las potencialidades del ser humano? y si no ocurre ¿Con qué instrumentos podremos hacer cumplir con el mandato?

Los postulados incrustados en las constituciones del mundo, son sin duda deseos de generar condiciones para un ser humano distinto, por escalar grados de acercamiento a lo que debiéramos ser. Somos capaces de reconocer el valor, pero no están dadas las condiciones para comportarnos como la conciencia nos lo demanda.

Combatir la enajenación que nos mantiene pasivos ante nosotros mismos y ante la sociedad, es un objetivo que habremos de exigir al estado, con sanción especial para el gobernante que no lo intente.

De nada sirve culpar de fraude electoral a millones, sin fundamento legal cuando lo idóneo es evitarlo. Es tiempo de plantear soluciones y no de sumergirnos en el abismo, aferrándonos a lo que pudo haber sido y no fue.

Nota publicada en periodicocorreo.com.mx