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Jueves 19 de julio 2012

El alimento emocional

Por: Luciana Cámpora.
El alimento emocional
Foto: Referencial

Había un dicho en mi familia que citaba “Lo que se come se cría”. Recuerdo que con él jugábamos y bromeábamos con un implícito doble sentido, a ver quién comía más bananas, o más zapallos, o más limones.

Años más tarde comencé a estudiar la forma en que lo que comemos afecta no sólo a nuestro cuerpo físico sino también a nuestro carácter y personalidad, y descubrí no sin asombro, la antigua sabiduría de este dicho.

Descubrí que la ingesta de carnes nos hace más propensos a emociones como el miedo, la ira y la agresividad, el exceso de azúcar nos vuelve más irritables, de allí se desprende la importancia de mantener una dieta rica en vegetales y frutas, variada y equilibrada.

El equilibrio del cuerpo es equilibrio de la emoción y de la mente, por tanto la armonía de nuestros hábitos alimenticios se refleja en una mejor actitud ante la vida, haciéndonos naturalmente más propensos a la felicidad, a estados emocionales positivos y creativos. Prácticamente podemos modificar muchos aspectos con un simple cambio de dieta, puesto que en efecto, comenzaremos a “criar lo que comemos”, al incluir dentro de la química de nuestro organismo, la química determinada de cada alimento.

Pero si tenemos en cuenta que cada emoción y cada pensamiento generan también reacciones químicas en nuestro cerebro, que influencian el funcionamiento de todas las células de nuestro cuerpo, el dicho de “lo que se come se cría” se expande hacia nuevas áreas: las de nuestro “alimento” mental y emocional.

¿Con qué nos alimentamos mental y emocionalmente la mayor parte del tiempo?

Con los libros que leemos, las personas con las que nos juntamos, el tono de las conversaciones que mantenemos, la música que escuchamos, las letras de canciones que repetimos, las actividades que realizamos, los programas de televisión, las películas o espectáculos que vemos o presenciamos.
Ahora… observemos por un momento nuestra vida: ¿Notamos alguna relación entre lo anteriormente citado y nuestra propia experiencia? ¿Notamos alguna relación entre esto y nuestros estados anímicos predominantes?

¡Seguro que la notaremos! ¡”Lo que se come se cría”, y todo aquello que dejemos ingresar a nuestros pensamientos y sentimientos acabará reflejándose en nuestra actitud ante la vida y por ende en nuestra salud física!

La razón por la que te comportas como te comportas, piensas del modo en que piensas y tiendes hacia cierto tipo de emociones cada vez que sientes se esconde allí, en esas pautas que invitas a formar parte de tu vida, que te generan reacciones químicas, y se asientan en tu organismo de la misma manera que los hábitos físicos. Todos somos “adictos” a ciertas emociones. Pero, tal como ocurre con los hábitos “físicos”, cuando cambias el alimento de tu mente, esta se abre a nuevas posibilidades, te predispone a ser, a pensar y a actuar distinto.

Si quieres poner a prueba lo que digo, te propongo un experimento: Comienza a discriminar y a elegir deliberadamente tu “alimento mental”. Cambia tus libros habituales por otros que te alienten y te inspiren. Comienza a relacionarte con personas más positivas, transforma el curso de las conversaciones hacia temas más alentadores. Elige entre los programas de TV aquellos que te hagan reír o disfrutar, que te diviertan o te enseñen algo, en lugar de los que confunden, atemorizan, violentan o deprimen. Y pon en la balanza de “lo que quiero que ingrese a mi vida” y “lo que no deseo para mí” cada cosa que te llegue a lo largo del día.

Verás que a los 30 días de hacer esto tu vida empieza a equilibrarse con celeridad. Tus emociones y acciones estarán más orientadas a la búsqueda de tu bienestar y tu armonía. Recuerda: respondes emocionalmente a todo aquello con lo que te alimentas. ¡PERO TIENES EL PODER DE ELEGIR QUÉ ALIMENTOS CONSUMIR!

Si crees que necesitas mantenerte “al tanto” de la realidad, busca fuentes más fieles de las que informarte, en lugar de las noticias de los medios más sensacionalistas. ¡Y no te desayunes con las noticias! Lo que pones en tu mente al levantarte tenderá a determinar el tono emocional del resto de tu día! Los primeros pensamientos de tu día condicionarán los que siguen, y estos a los que siguen y así pasarás a la acción perpetuando esa misma línea de pensamiento. Es como si le dieras a tu cerebro el programa con el que funcionar durante la jornada.

Así también, la forma en que termines tu día permanecerá en tu subconsciente mientras duermas. Tu mente (que no para de trabajar) procesará especialmente en base a la información que haya recibido en los últimos 45 minutos antes de acostarte. (De allí la costumbre de leerles cuentos con moraleja a los niños antes de dormir)
Haz de estos tus dos momentos de Poder, tus momentos sagrados. Dedícalos a realizar tu práctica espiritual elegida,  a leer, escuchar o ver algo que te llene de entusiasmo, de paz, de sentimientos positivos, de armonía.

Tu mente es una valiosa herramienta con la que cuentas, una que puedes manejar. Una herramienta de un inmenso poder: el de crear tu realidad. No dejes que te gobierne, porque tampoco es ella la que “te gobierna”, sino todo aquello con lo que la alimentas.

PRecuerda que “Lo que se come, se cría”.

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