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La manera en que la izquierda trafica políticamente con la matanza de La Cantuta es asquerosa. Ha convertido el 20°aniversario de ese crimen en un festín nauseabundo de anti-fujimorismo visceral, en su afán de victimizar al terrorismo.
En todos los medios posibles se ha rasgado las vestiduras rebosando hipocresía. Vestida con su disfraz favorito, de “defensor de los derechos humanos”, ha insultado a la verdad y a la historia.
Lo que debía ser un duelo lo convirtió en una orgía de mentiras, con “hora loca” incluida, en la que se revolcó sobre su odio enfermizo y sobre el placer morboso que siente al ver a Alberto Fujimori tras las rejas.
Utiliza cada aniversario de La Cantuta para convencer al país, a punta de falacias, de que es “justa y legítima” la condena arbitraria e inicua a Fujimori.
Grita a los cuatro vientos “Fujimori ordenó la matanza”, pero oculta que en el juicio al expresidente no hubo una sola prueba, un solo testigo directo, que lo probara. Por eso San Martín recurrió a la “autoría mediata”, que quiere decir “no hay pruebas, pero se supone que debía saber”.
Semejante razonamiento viola las garantías constitucionales, los derechos humanos y la legislación penal, por lo que tarde o temprano se revocará tan aberrante sentencia, para vergüenza de sus autores y mentores.
La izquierda le niega el debido proceso a Fujimori, pero sí exige pruebas cuando defiende a Lori Berenson, a Castillo Petruzzi, y a otros terroristas. Así es como muchos han dejado las cárceles, gracias a ella.
Para la izquierda, el mayor criminal no es Abimael Guzmán, es Alberto Fujimori. Para ella, aunque lo niegue, el genocida es un “luchador social” con derechos plenos. Fujimori, de ninguna manera.
¿Con qué autoridad se proclaman derecho-humanistas siendo catequistas del totalitarismo marxista que niega esos derechos? ¿Dónde hay un solo régimen marxista que respete los DDHH?
¿Pueden ser humanitarios quienes en el Perú socavan la democracia, el único sistema que garantiza los DDHH? ¡Y cuanta miseria moral irradian al ensañarse con un anciano enfermo de cáncer, preso y sin posibilidad de defenderse!
De otro lado, al cumplirse también 20 años de la masacre de Tarata, la izquierda derramó lágrimas de cocodrilo pues ya había liberado a una autora de la matanza, Carmen Ochoa Rúa. Y tal vez ya liberó a los demás.
Con esa misma doble moral clama la “inocencia” de las víctimas del caso La Cantuta, a pesar de que muchas personas podrían demostrar lo contrario con sus testimonios. Nada justifica el crimen, pero la verdad es la verdad.
Fujimori ejerció un gobierno de estilo autoritario; le dio excesivo poder al sinuoso Montesinos, tuvo muchos errores, pero jamás aplicó la guerra sucia; al contrario, se capturó sin un solo rasguño a todos los jefes terroristas.
Es una vergüenza que el presidente que pacificó el Perú, que cimentó el progreso actual, y que levantó al país de sus escombros, esté hoy tras las rejas.
Pero es más vergonzoso aún quedarse callado ante tamaña injusticia.
Publicado el 20 de julio de 2012 en el diario La Razón.
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