El resultado de la suspensión de Honduras de la OEA el 5 de julio de 2009 y que duró casi dos años, sólo tuvo un perjudicado: el pueblo de esa hermana nación. Las consecuencias de esa medida extrema tuvo como resultado la suspensión de la ayuda de varias instituciones internacionales y de países miembros a Honduras. Se pretendía castigar a los culpables del golpe a Zelaya -los políticos-, pero la que sufrió la sanción en carne propia fue la población.
La actitud del Mercosur (Brasil, Uruguay, Argentina) de suspender sin más ni más a Paraguay del organismo comercial, así como de Unasur, organismo político de las naciones de Suramérica de proceder con igual medida, termina afectando al pueblo paraguayo. Todo se da a pesar de que el procedimiento utilizado para desincorporar de su cargo al presidente Lugo se ciñó a lo que expresamente señala su Constitución para separar de su cargo a un gobernante. A pesar también que el vicepresidente, hoy presidente Federico Franco, y los diputados y senadores que decidieron su separación casi en unanimidad, también fueron todos electos en la misma votación que Lugo y, a pesar que durante el cáncer que obligó al ahora exmandatario a ausentarse por más de 250 días de su país siempre había sido reemplazado sin problema alguno -y en forma muy leal y democrática- por el hoy presidente.
Por supuesto que siempre hay alguien que le quiere buscar la quinta pata al gato. En el Consejo Permanente de la OEA del pasado 10 de julio, el embajador de Venezuela reclamó al secretario general Insulza el no haber incluido a ningún país suramericano en la Misión de la OEA que fue al Paraguay. A pregunta mía, Insulza dijo que había invitado a dos países del Sur, pero que ninguno había respondido a su invitación. Como le dije al embajador Chaderton (exdemócrata cristiano, a quien conozco hace muchos años), que argumentó que la sopa de cebolla se la habían servido fría, que quedaba al descubierto que simplemente no quisieron encender el microondas para calentarla. Se disipó un argumento tan pueril como ese: simplemente no quisieron ir al Paraguay.
El argumento ha sido que al presidente Lugo sólo le dieron dos horas para defenderse. ¿Hubieran bastado más horas para ésos que de todo se quejan cuando no les gusta? Que no se le permitió una legítima defensa. ¿Acaso se estaba juzgando a un criminal o estábamos frente a un juicio enteramente político previsto en ésa y otras constituciones de nuestra América? En el caso de Zelaya esos mismos censuraron que fue sacado por militares de su casa en pijamas y enviado en contra de su voluntad a Costa Rica; que no había habido un juicio político para suspenderlo del cargo. ¿Y ahora qué?
Terminé mi intervención de ese día -donde a mi juicio la OEA se reivindica en su lucha democrática- recordando que nuevamente salía el fantasma de que detrás de todo estaba la mano de Estados Unidos. Recordé un chiste recibido en Internet donde el presidente Obama estaba molesto con la CIA porque se había equivocado otra vez: "Les dije Hugo y sacaron a Lugo". (El Universal)
Embajador de Panamá ante la OEA