Sin ajuste de costos proyecto Talara no prosperará

Sensatez y responsabilidad es lo mínimo que se espera.

Una posición errada sobre la real situación del estado peruano  recorre peligrosamente las dependencias públicas, donde los capitostes y funcionarios que los acompañan, pregonan a los cuatro vientos la ejecución de proyectos sin siquiera ponerse a pensar en el beneficio del erario público. Nos habíamos convencido que el uso dispendioso de la caja fiscal era cosa del pasado, pero lamentablemente no es así, la perniciosa corriente está de retorno. Corresponde a los que creemos en el equilibrio de las cuentas nacionales y del endeudamiento responsable, fustigar todo aquello que vaya en contracorriente. El silencio acomodaticio es complicidad.

Pero no solo se trata de oponerse, sino de señalar las soluciones para que proyectos que ameritan realizarse, que es el caso de la modernización y ampliación de la refinería Talara de propiedad de Petroperú; donde su presidente ha deslizado la cifra de 1,700 millones de dólares, con un margen de error de hasta el 50%, con lo cual estaríamos en la impracticable cifra de 2,550 millones de dólares.

Propongo tres vías en búsqueda de una salida: eliminar los sobredimensionamientos de alcances y de capacidad; hacer entrega para operación de terceros, de los denominados servicios auxiliares o periféricos y ajuste de las subcontrataciones locales, que según las afirmaciones del solícito titular de la petrolera estatal representan el 60% del valor total de la obra. Daré unas referencias muy concretas para sustentar mi afirmación, con cargo a desarrollarlas con amplitud ante quien crea conveniente.  

En el tema del dimensionamiento de ciertas unidades, pongo como ejemplo la cogeneración y el tratamiento de aguas para la planta. Se afirma que la producción de electricidad futura tendrá una capacidad de un tamaño que es 17 veces que la actual. Si bien es cierto que hay una relación más complicada que la directa, entre volumen producido de combustibles y requerimientos de suministro, tampoco es sostenible que incrementándose la cantidad de barriles diarios refinados en 50%, las necesidades de potencia eléctrica lo haga en 1,600%. Por el lado del agua, el volumen que se hace referencia en la información pública, indica que la refinería necesitará una dotación que es 15 veces lo que consume la provincia de Talara, en sus 12 horas diarias de escaso abastecimiento por el concesionario de la zona. Estos dos temas, lo mínimo que ameritan es una detallada justificación.

Pero no solo de disminuir las capacidades se trata, sino que en la inversión total deben excluirse los periféricos, que serán los siguientes suministros: electricidad, agua, hidrógeno, ácido sulfúrico, almacenamiento y facilidades portuarias. En todos estos casos, más allá de dimensionarlos a las necesidades de la nueva planta, dejando la posibilidad de un crecimiento en caso exista una nueva ampliación a futuro; el precio del servicio a tomar debe ser competitivo con los existentes en el mercado.

Y por último, en cuanto a la subcontratación de empresas locales, hay una señal económica que es el crecimiento de los salarios en construcción por la demanda de mano de obra y una caída en la valorización del dólar frente al sol, siendo el efecto combinado de ambos el aumento de precios de construcción en moneda americana. Pero tampoco justifica que se tenga un costo que podría llegar a los 1,550 millones para las empresas que operan en el país.

Sobre los tres puntos mencionados podemos debatir ampliamente, con la seguridad que deberá haber una rebaja significativa. Corresponde a los funcionarios de Petroperú y a la empresa supervisora, dar luz verde, solo a lo estrictamente necesario, definido como aquello que incrementa la relación beneficio-costo; sobre la obligatoria disminución de la cantidad de azufre en los combustibles.