El viernes 20, dos golpes duros recibieron la izquierda que administra la PUCP y las ONG de DDHH. En el primero, se trata de la resolución del Papa que prohíbe el empleo del nombre Pontificia y Católica, una bomba atómica que ha estremecido sus cimientos. En el caso de la resolución del Dr. Javier Villa Stein, presidente de la Sala Permanente del Poder Judicial, los defensores de los DDHH lo consideran una burla a las sentencias impuestas al grupo Colina.
Ambas resoluciones aleccionaron a los avestruces que levantaron sus testas hundidas en el cieno. Estaban tranquilos, retozando, ensimismados en sus victorias legales, bien recompensadas, no tardaron en comprender las declaraciones de Dr. Villa Stein y como picados por un alacrán reaccionaron agriamente.
Frente a la Resolución del Juez Supremo Javier Villa Stein, considerada por expertos ajustada a derecho. En coro, los representantes de ONG’s de DDHH, la caviarada, plumíferos digitalizados, tránsfugas y moralistas de última hora, amenazan con paros, movilizaciones y gimoteos ante la CIDH.
Acostumbrados a que se les rinda pleitesía y acepten sus exigencias en todos los ámbitos judiciales, estos personajes aprovecharon la tribuna que les brindaron algunos medios afines, para atacar al mensajero, con seguridad sin haber leído y analizado la resolución.
Cada palabra, cada frase que salía a borbotones de sus bocas conformaba un discurso cargado de veneno, cuyo eje central es mantener vivo el sentimiento de venganza. La población una vez más se ha convencido que no es sed de justicia la que los anima, sino el deseo malsano de revancha.
Publicado el 24 de julio de 2012 en el diario La Razón.