Banner Tuvivienda
Lunes 06 de mayo 2024   |   Contáctenos
REDES SOCIALES
Martes 24 de julio 2012

Antecedentes del maltrato

Por: Iván Sandoval Carrión.
Antecedentes del maltrato
Foto: Referencial

Las numerosas cartas de colegas y de lectores no médicos a propósito de mi columna anterior, me invitan a trascender el fenómeno en busca de antecedentes y predisponentes del maltrato a los médicos en nuestro país. En primer lugar, desde los años universitarios y de internado, los médicos confundimos el maltrato con los rigores propios de nuestra formación; so pretexto de que se trata de “una profesión sacrificada”, soportamos cualquier condición de trabajo. En ese sentido, nos aproximamos ideológicamente al espíritu de la formación de los militares y los religiosos; ellos por la forja de la valentía o de la piedad, y nosotros en el nombre del saber y del servicio a los más necesitados.

Esto explica que los primeros maltratadores de los médicos son… otros médicos. El acceso de ciertos médicos a una posición directiva como jefes de servicio o como directores de un hospital o centro de salud, los predispone a cambiar de posición y a asumir aquella de la lógica del poder. Olvidan –entonces– su propia historia (o pasan a actuarla desde otro lugar), reniegan de su conciencia de clase, y se convierten en obsecuentes cumplidores de consignas y disposiciones que les vienen desde arriba, para no ser removidos por incompetentes. Porque el poder confunde cifras y estadísticas con progreso en la calidad de la atención médica. El poder ignora que un acto médico es un acto clínico o quirúrgico que modifica la realidad de la enfermedad en un sujeto singular. El poder cree que se trata de “despachar” la mayor cantidad de consultas en determinado tiempo, ya sean cuatro u ocho horas.

Otros actores o legitimadores del maltrato son los ciudadanos usuarios de los servicios médicos. Las malas experiencias del pasado (que incluyen en pocos casos negligencia médica o relación con médicos indolentes), y el desencanto presente con promesas que desbordaron la estructura de la salud pública, llevan a los ciudadanos a dirigir su malestar contra los médicos y paramédicos que los atienden. Entonces sobreviene la lluvia de reclamos, insultos y las acusaciones de “vagos que no quieren trabajar ocho horas”. La acusación de “vagancia” es una grosera simplificación del problema inducida desde el poder. Supongo que los médicos vagos existen, pero jamás he conocido ninguno que trabaje menos de diez horas diarias entre la consulta hospitalaria, la privada, el quirófano y la docencia. El problema no son las “ocho horas”, el problema es la monotonía que promueve el error y la alienación que aleja al médico de su propia identidad y lo convierte en un burócrata (en la peor acepción del término) apático y desgastado.

Es verdad –como decía un lector médico– que el maltrato a los médicos siempre ha existido. Quizás ahora se habla de ello porque hoy adopta formas inéditas y oficiales. Ello nos conduce a pensar que los grandes responsables del maltrato a los médicos somos –en primer lugar– los mismos médicos, que lo soportamos estoicamente sin que se nos ocurra hacer nada para detenerlo y demandar mejores condiciones para trabajar. Ha sido nuestra crónica desunión y desorganización el caldo de cultivo que le ha permitido al poder imponer sus condiciones. Hemos priorizado egoístamente el bienestar personal, y ahora resentimos el maltrato. (El Universo)

Participa:
Valorar
Cargando...
COMENTARIOS
0 comentarios
2018 Grupo Generaccion . Todos los derechos reservados    |  
Desarrollo Web: Luis A. Canaza Alfaro    |    
Editor de fotografía: Cesar Augusto Revilla Chihuan