Los grandes perjudicados en el litigio PUCP-El Vaticano son sin duda los alumnos, a quienes no se les puede otorgar en sus títulos “Pontificia”, ni “Católica”.
La decisión de El Vaticano es tajante porque esta universidad rebelde no quiso adecuar sus estatutos a la ex Corde Ecclesiae como toda universidad católica lo hace.
Lo que más me sorprende es la absoluta irresponsabilidad de la cúpula que dirige la PUCP, presidida por el rector Marcial Rubio y la propia Asamblea Universitaria que como “usha, usha” y en forma no sensata decidió cabalgar hacia el desbarrancadero.
La soberbia es mala consejera, porque enceguece hasta a la persona más cuerda. Lo prudente hubiese sido reconsiderar sus actitudes y acatar la decisión de la Santa Sede, pero no y todavía “deplora” el Decreto Papal y continuará usando esos títulos, que fueron concedidos por el Papa Pío XII y el Arzobispo de Lima Pedro García y Naranjo. Y así como se los dan, se los quitan.
Las modificaciones inconsultas e ilegítimas de los estatutos de la PUCP hacían que “se está ocasionando un expolio a la Iglesia”, como señala el cardenal Bertone en su dura misiva a Rubio, quien habría perdido la fe ante tanta tragedia.
Quedarse con los títulos de “Pontificia” y “Católica” es apropiación ilícita y la Santa Sede hará valer su derecho ante los tribunales nacionales e internacionales. Y si la Cancillería hace caso omiso al Concordato con El Vaticano sobre esta materia, nos llevarán a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, lo cual sería una vergüenza.
*Periodista. Miembro de la Prensa Extranjera. Analista internacional
Publicado en el diario La Razón, de Lima-Perú, el 25 de julio de 2012