México asegura que el decreto de la Casa Rosada, que en junio terminó con el acuerdo automotriz, es ilegal y que no habrá conversaciones con Argentina si no se levanta la suspensión del régimen de intercambio bilateral de autos, sumando así un nuevo capítulo a las tensas relaciones. La actitud Argentina se debe al miedo por el creciente déficit en el comercio de automóviles con México, que llegó a US$ 832 millones en 2011.
El modelo represivo argentino no podía tener otra consecuencia que la destrucción y, como todo ente depresivo, no encuentra otra solución que encerrarse sobre sí mismo asilándose del exterior a pesar de su demagógico discurso a favor de la "unión latinoamericana". Argentina es el país que más normas aplica para reprimir el comercio exterior, según el informe Global Trade Alert del Centro de Investigación de Política Económica, sumando 168 medidas solo desde el 2009. Los países más afectados por estas medidas fueron China, Brasil (otro "hermano" latinoamericano) y EEUU, restricciones que afectan al 37% de los productos, porcentaje muy alto comparado con Alemania (2%) o EEUU (11%).
Tanta depresión, tanta cerrazón, tanto ánimo destructivo tiene consecuencias lógicas. Los latinoamericanos que más dinero enviaron a los paraísos fiscales entre 1970 y 2010, según la Tax Justice Network (TJN), fueron Brasil (US$ 520.000 millones), México (417.000 millones), Venezuela (406.000 millones) y Argentina (399.000 millones). En proporción al tamaño de sus economías, Venezuela y Argentina, son las primeras en la lista. Los fondos latinoamericanos en paraísos fiscales (US$ 2,058 billones) doblan su deuda externa (US$ 1,01 billones).
Dicho sea de paso, el dinero global en paraísos equivale al PIB combinado de EEUU y Japón (entre US$ 21 y 32 billones), contando solo riqueza financiera, excluyendo activos como propiedades inmobiliarias. Según TJN, si esas sumas reportaran un rendimiento anual del 3% (que es bastante bajo) y se les aplicara un impuesto a los ingresos del 30%, se generarían entre US$ 190.000 y 280.000 millones en ingresos fiscales anuales, casi el doble de la ayuda para el desarrollo aportada por los países de la OCDE.
En fin, son muchas las cosas que "unen" a los gobiernos de Argentina y Venezuela (además de su desesperación por aferrarse al poder como consecuencia de su estado depresivo). Entre las últimas, está su deseo de quedarse con toda la actividad energética posible. Chávez, desaconsejó a la petrolera Repsol que realice su denuncia contra la Argentina, tras la expropiación del 51% de sus acciones, defendió la "recuperación" de YPF y aseguró que quiere que la petrolera participe en la explotación de hidrocarburos en su país.
Pero el Presidente venezolano no solo alienta delitos como "expropiaciones" que no fueron sino robos sin previo aviso, con uso de personal armado y sin compensación de ningún tipo, sino que es el principal aliado en América Latina de Irán, otro paria aislado del mundo civilizado. Así, ambos gobiernos intensificaron en los últimos años sus relaciones económicas y políticas. Recientemente, el primero de cuatro petroleros gigantes destinados a Venezuela, fue terminado por la compañía Sadra, relacionada con los Guardianes de la Revolución, la organización militar del fanático régimen islámico iraní. Chávez, que apoya el programa nuclear de Irán, asegura que juntos "destruirán el imperialismo".
Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California. (El Universal)