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Domingo 29 de julio 2012

Justicia y caraotas

Por: Gustavo Linares Benzo.
Justicia y caraotas
Foto: Referencial

La Corte Interamericana de los Derechos Humanos es como las caraotas: como no se encuentran en Venezuela hay que importarlas. En un estado normal de cosas, el recurso a los tribunales internacionales, bien sean de derechos humanos o de asuntos menos trascendentes, sería un remedio extraordinario, algo de lo que se echaría mano cuando en casos poco corrientes el sistema de justicia venezolano no funcionase. Ciertamente, es imprescindible que estos mecanismos internacionales existan, porque se refieren siempre a reclamos contra el Estado, el más poderoso, a quien le es más fácil sustraerse a la justicia que al común.

Pero en Venezuela ni hay caraotas ni justicia contra el Gobierno. Las primeras hay que traerlas de Nicaragua a precio de oro, la segunda hay que buscarla en el Uncitral o en Costa Rica (sede de la Comisión de Derecho Humanos). Porque en todos esos juicios, se llamen Exxon Mobil o María de Lourdes Afiuni, el primer reto del chavismo es presentar un caso, un solo casito, así sea pequeñito, en que el Gobierno Bolivariano haya perdido. Esto, para demostrar que hay alguna imparcialidad en los tribunales venezolanos. Pero ni toda la sabiduría de los representantes del Gobierno, a veces los mismos magistrados que antes le servían obsecuentemente, ha dado con una sentencia menos favorable a los intereses del Salvador Ecológico del Planeta. Bueno, salvo el caso Afiuni, pero la jueza pagó con cárcel su atrevimiento, para escarmiento de los díscolos.

Hasta la llegada al poder de los golpistas buenos, había cierta emoción en demandar al Gobierno, era posible ganar, como demuestran las estadísticas. Pero luego, especialmente después del 2004 con la inflación del TSJ con más jueces, es científicamente imposible ganarle una a Chávez, como también demuestran los datos. Entonces, sólo queda el recurso a los tribunales internacionales, por demás garantizado de la manera más blindada posible en la mejor Constitución de la galaxia, la de Venezuela de 1999. Es tan atómica esa carta magnísima, que hasta cita con nombre y apellido al Sistema Interamericano de Derechos Humanos al referirse expresamente a la "Convención Americana de Derechos Humanos" (artículo 339). Ahora vamos a denunciarla, no se sabe cómo, jurídicamente hablando.

Gracias a Dios, más pronto que tarde volverán a Venezuela la justicia y las caraotas. (El Universal)

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