En el más reciente encuentro con consejeros nacionales del PAN, Felipe Calderón hizo una revelación que, por su crudeza, ocupó titulares y primeras planas. Al explicar algunas razones de la derrota de su partido, el presidente dijo que frente a las circunstancias de la elección, los candidatos resultaron “pigmeos”.
Y ante la inusual autocrítica presidencial –cuando el PAN vive la más severa crisis de su historia–, no faltaron dirigentes y militantes azules que censuraron con severidad la franqueza expresiva de Calderón y hasta trataron de reprochar que –en la práctica–, fue parte central del fracaso electoral, ya que dejó sola a la candidata Josefina Vázquez Mota.
Pero en justicia, lo cierto es que no era novedad que Calderón dijera que los aspirantes presidenciales de su partido habían salido del país de los enanos. Si ejercitamos la memoria, recodaremos que en los primeros días de marzo de 2011, Calderón sorprendió a propios y extraños cuando en un mensaje directo y claro, recomendó a los jefes del partido azul explorar todas las alternativas posibles de candidatos presidenciales externos.
La recomendación se produjo cuando el presidente participó en un reconocimiento al exrector de la UNAM y exsecretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente, a quien prácticamente Calderón señaló como uno de los posibles aspirantes externos que Acción Nacional podría abanderar.
Sin embargo, la respuesta del presidente del partido, Gustavo Madero, fue de abierta confrontación con el presidente y –con buena dosis de mediocridad–, no sólo rechazó toda posibilidad de un candidato externo sino que presumió de la fortaleza de la baraja presidencial panista y abrir la carta de precandidatos a diez pretensos. No requerimos externos, tenemos la mayor lista de presidenciables, dijo Madero.
Con sorna, uno de los políticos priistas de mayor colmillo –el exjefe nacional del PRI–, Humberto Roque Villanueva dijo –en los primeros días de agosto de 2011, a poco más de un año de la contienda presidencial–, que al proponer la idea de explorar la posibilidad de un candidato externo, el propio presidente Calderón había descalificado la baraja de presidenciables del PAN.
Y en efecto, cuando faltaba poco más de un año para la elección presidencial de julio de 2012, Calderón sabía que ninguno de los pretensos a la candidatura del PAN tenía posibilidades de triunfo. Por eso insistió –en más de una ocasión–, en su recomendación de explorar una candidatura externa. Y, en todos los casos, la respuesta fue una negativa rotunda del presidente del partido, que se empeñó en abrir la baraja a diez, luego siete, luego cinco y… hasta que llegó a la desgastante pelea entre la tercia de Josefina, Ernesto y Santiago.
Lo cierto es que Calderón siempre supo que ninguno de los tres finalistas le ganaría a Enrique Peña Nieto, a pesar de que el presidente –a través de sus leales–, hizo lo que tenía que hacer –que no es lo mismo que hacer todo lo que debía hacer–, para empujar la candidatura de Ernesto Cordero. Pero si vamos más atrás, lo cierto es que Calderón supo que con la muerte de Juan Camilo Mouriño –el alter ego de Calderón–, también había muerto su mejor carta para la sucesión de 2012. Y de esa pérdida nunca se recuperó.
Y, como se puede ver, tampoco es nueva la pelea entre Felipe Calderón y Gustavo Madero; pelea que data desde el tiempo en que fue electo Madero con la inconformidad notoria de Calderón quien –más bien de manera indiferente–, dejó correr la elección del candidato presidencial del PAN y luego –como pateando una–, dejó correr la candidatura de la señora Vázquez Mota.
Pero hoy, frente a una derrota que en Los Pinos le acreditan a Gustavo Madero, el presidente Calderón parece que va por la revancha. ¿Lo dejarán pasar? Es la duda.
EN EL CAMINO
La mañana del lunes, cuando empleados abrían la tienda Soriana del municipio de Guadalupe, NL, un grupo de desconocidos arrojó “bombas molotov” que incendiaron la entrada principal de la tienda.
El incidente no ameritó mayor despliegue informativo que algunas horas en las páginas de Internet de la llamada prensa nacional. Sin embargo, no es un asunto menor –y a reserva de que se investigue el atentado–, existen indicios de que descocados fanáticos de AMLO quieren hacer creer “al respetable” que las masas sociales están al borde de la crisis por “la imposición” de EPN.
Lo cierto es que asistimos a otra farsa mediática –y otra vez con Soriana–, para engañar a los ciudadanos. El problema, sin embargo, es que en una de esas y se les pasa la mano a los locuaces fanáticos de AMLO y tendrán un mártir. ¿O será que eso es lo que buscan? Al tiempo.
Nota publicada en periodicocorreo.com.mx