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REDES SOCIALES
Miércoles 01 de agosto 2012

[México]Reclamaciones por deslealtad con motivo del proceso electoral

Por: Tomás Bustos Muñoz
[México]Reclamaciones por deslealtad con motivo del proceso electoral
Foto: xaora.es

Al término del proceso electoral, se han manifestado en todos los partidos, reclamos tácitos y expresos a sus militantes por deslealtades reales o supuestas, en su mayoría ocasionadas por inconformidades con los candidatos postulados. Pero las conductas negativas se suponen en contra de personas, sean candidatos o dirigentes, pero pocas voces se alzan para reclamar traición a los principios.

Es digno de tomarse en cuenta el reclamo que la prensa atribuye al presidente de la República, que en discurso ante sus correligionarios, lamenta que su partido haya postulado candidatos pigmeos.

Sin embargo, parece haberse quedado corto al no incluir entre los pigmeos los nombres de algunos dirigentes partidarios. En efecto, el crecimiento demográfico y la súbita presencia del pluripartidismo en casi todos los rincones del país, ha llevado a los órganos responsables de los partidos a postular a los cargos de elección popular a gentes sin preparación técnica ni ideológica; carentes de conocimientos y sentido razonado de militancia.

En muchos casos se da la impresión de que salieron a la vía pública y a quien primero pasó le impusieron una camiseta alentándolo con la esperanza de un sueldo decoroso, por la que no siente más compromiso que darle su nombre y fama, a cambio de otorgar al partido que lo enganchó, un voto a la hora decisiva.

Es lógico que al término de una etapa, las instituciones se den a la tarea de evaluar sus acciones y se preparen para iniciar un proceso nuevo con las experiencias habidas. Sería sano también, hacer un examen de conciencia y no buscar culpables, sino aceptar la responsabilidad que a cada uno le toca.

Los improvisados y advenedizos crean invariablemente conflictos en el interior de los partidos políticos, pues de inmediato tienden a utilizarlos como si fueren su propiedad y si son malos administradores invariablemente entregarán cuentas mochas y crearán división entre la militancia: antes, durante y después del proceso electoral.

Debe evitarse que las dirigencias de los partidos políticos caigan en manos de mercenarios, pues desvirtúan la naturaleza de esas instituciones cuya finalidad esencial consiste en ofrecer a la ciudadanía, candidatos aptos para el desempeño de la función por la que competirán.

Es fuera de orden pedir a la militancia permanecer pasiva ante las injusticias de los insensatos, pues si bien es cierto que la disciplina fortalece las instituciones, militantes castrados terminan con la naturaleza de los partidos, pues si por cobardía son incapaces de hacer efectivos sus derechos ¿cómo garantizarían a los ciudadanos representarlos dignamente?

La normatividad que rige la vida social, está conformada con sólo un mínimo de principios éticos, pero estos deben ser conocidos, apreciados y respetados por los dirigentes y por quienes sean postulados como candidatos.

Los candidatos deben ser producto del trabajo político de los partidos y cuando sean postulados, convertirse en impulsores de principios éticos que aún no estén plasmados en la normatividad vigente. Dirigencias partidistas apegadas a la ética pragmática con frecuencia postulan ciudadanos sin convicciones doctrinarias respecto al partido que los patrocina. Esta conducta puede dar ventajas a corto plazo, pero causa estragos lamentables en las instituciones, si sus dirigentes atienden sólo el éxito a corto plazo, sin tener en cuenta que al paso del tiempo, otros menos escrupulosos pretenderán hacer del nepotismo una práctica regular.

En primer término habrá que exigir lealtad a los principios, luego a la institución que postula y respetar la confianza de los militantes a quienes es necesario tratar como personas y nunca reclamarles actos serviles. Buscar culpables para salvar el pellejo o mantener el “prestigio” es conducta reiterada que habrá de eliminarse para avanzar en la democracia. El desconocimiento de los principios éticos en los que se sustenta la normatividad y más aun, su repudio, por candidatos y dirigentes, arruinan los avances que en democracia haya logrado la sociedad.

Es fácil perder la cordura cuando se presenta la oportunidad de mandar y la expectativa de acceder a bienes con el mínimo esfuerzo. Quien desconoce la realidad, vive irresponsablemente y acabará destruyéndola. El poder debe ejercerlo quien tenga tranquilidad para verlo como una oportunidad de servir, porque en sí mismo tiene enorme capacidad para enajenar.

La lealtad más grande es la que debemos a las instituciones de la patria y a los valores que las sustentan.

Nota publicada en periodicocorreo.com.mx

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