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Miércoles 01 de agosto 2012

Mentes de pollo

Por: Ariadna Navarro Capriles.
Mentes de pollo
Foto: Referencial

El resentido siente odio contra el que tiene algo que él no tiene. Obvio. Algo, que haga lo que haga es inalcanzable. Y entonces, como diría Ayn Rand, se dedica a destruirlo para que no ponga en evidencia su incapacidad, su carencia de valor.

¿Pero qué pasa con el resentimiento cuando la causa ya no existe y la persona es ahora del grupo original que causó al resentido? Si por ejemplo el que culpa a los ricos y ahora es rico, ¿a quién transfiere el odio?

No entiendo qué hace la mente. Te dice: "no te preocupes mi pana, toda esa gente que odiábamos porque eran ricos ahora los odiamos porque nos odian a nosotros que somos ricos". No creen que la mente haría corto circuito y diría más bien: "Jefe, creo que se me está quemando algo del lado izquierdo porque por años destruimos a todos estos escuálidos, los ricos (que en verdad la mayoría no lo son) y ahora que soy yo -o tú, el que tiene la casa en el Country, ¿a quién le hecho la culpa? ¿Entonces yo soy escuálido?".

No nos olvidemos de los pobres. Los pobres que todavía son pobres. El vendedor de fruta de la esquina que de verdad es pobre dice: "yo tengo que odiar a quien diga que tengo que odiar porque yo todavía sigo vendiendo cambures y eso debe ser culpa de alguien".

Mientras que el rico gobernante, que antes era pobre, pero ya no, le dice al frutero (desde adentro de su Mercedes blindado) que no se preocupe porque cuando ellos vuelvan a ganar le van a comprar un Mercedes. El frutero encantado con la posibilidad de poder vender frutas desde un carro alemán de ese calibre, piensa: "oye, de verdad que sí que son buenos estos señores rojos y aunque nunca me han dado ni el Lada que me prometieron hace 14 años, por lo menos me siguen prometiendo. En cambio el otro señor lo que me promete es educación. Qué se ha creído éste que yo me quiero superar, mandar a mis 8 hijos al colegio para que tengan una vida mejor trabajando en una oficina y corran el peligro de convertirse en ricos por su propio esfuerzo... ¡no qué va!

A la final culpamos al Gobierno, pero se requiere de muchas mentes de pollo para poder dominar el gallinero y de eso no tiene la culpa nadie, sino muchos venezolanos flojos, corruptos y vivos.  Y no son solo los pobres los que son flojos, ni corruptos solo los que son ricos.

Espero que Henrique traiga consigo bastante maíz o lo que sea que comen los pollos. (El Universal)

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