Caracas de cumpleaños

Caracas celebró su 444 aniversario. El área metropolitana supera los 6.000.000 habitantes. Somos la sexta aglomeración urbana más grande de América Latina. En los rankings mundiales ocupamos los últimos lugares en medición de calidad de vida urbana.

Nuestros problemas crecen cada día más. Los más evidentes: el tráfico infernal, la inseguridad, la basura. Los de vieja data: la ausencia de planes de ordenación y desarrollo urbano, los graves problemas de la inmensa población que vive en sus barrios, autoproducidos con la mano de obra y los recursos económicos de su pobladores y el deterioro ambiental.

Transformarnos en una ciudad limpia, transitable, segura, ecológica, ordenada, en donde sus barrios se incorporen efectivamente a la trama urbana de sus servicios, no puede convertirse en una utopía imposible. Son muchos los ejemplos de cómo ciudades con problemas peores que los que hoy padecemos en Caracas se han transformando en poco tiempo.

En nuestro caso, se cuenta desde hace tiempo con muchas propuestas ingeniosas, técnicamente sustentadas y económicamente viables para enfrentar nuestra larga lista de problemas. La obra de grandes urbanistas, arquitectos, ingenieros y ambientalistas está a la orden de cualquier gobierno que quiera hacer algo. Lo que ciertamente no tenemos es voluntad política. Caracas está abandonada a su suerte desde hace muchos años. La única gran obra de intervención urbana planificada y que se ha venido ejecutando continuamente en los últimos 30 años es el Metro de Caracas. Los ciudadanos exigimos poco y colaboramos poco. Y la respuesta ha sido sobrevivir en medio de la anarquía reinante.

Con motivos claramente electorales se puso en marcha una nueva versión de la Misión Vivienda. Había que desarrollar una estrategia publicitaria que en muy corto plazo permitiera hacer visible sus logros y mantener vivas las expectativas. En Caracas, en pleno casco urbano, se procedió a "cazar" cualquier tipo de terreno "baldío" o que sirviera de estacionamiento, taller mecánico o que alojara algún tipo de galpón, para convertirlo en terreno disponible para construir edificios multifamiliares, que se vienen levantando a toda velocidad. Obviamente, tendremos más viviendas pero menos hábitat urbano digno.

Lo anterior, es sólo un ejemplo dramático, uno más en otros muchos, que ponen de manifiesto nuestra incapacidad para pensar nuestra ciudad con racionalidad técnica y visión de futuro. Nuestros barrios siguen esperando, los jóvenes y niños quieren un espacio para crecer en seguridad y libertad y, nuestros viejos, aprovechar mejor su merecido retiro en la gran ciudad. ¿Será que nos daremos un día este gran regalo? (El Universal)