Para el candidato de la pobreza

A pesar del maquillaje y la manipulación que hace el Instituto Nacional de Estadísticas en cuanto a las cifras de desempleo, la  secuestrada capacidad de compra del común de la gente, la desnutrición de nuestros niños y adolescentes y la despiadada pobreza, el choque que sufre el venezolano con la realidad es traumático e imperante, y va más allá de la felicidad hueca y vacía con la que intentan etiquetar el fracaso del gobierno sobre uno de sus objetivos fundamentales.

En los últimos 14 años el Zulia ha caído cuesta abajo en su rodada. Pasamos de ser una próspera región petrolera con un auge de empleos, productividad, recursos, calidad de vida en sus calles, una despensa en el Sur del Lago que garantizaba la soberanía alimentaria de casi todo un país, un crecimiento sostenido en sectores importantes como la construcción, el transporte, la vialidad y el mantenimiento de las zonas públicas, a convertirnos en una de las entidades más golpeadas por el centralismo, sin potestad en su destino económico, una entidad a la que le fueron arrebatadas la administración y mantenimiento de su aeropuerto, puente, puertos y empresas y contratistas petroleras, que despojaron de sus recursos y expropiaron fincas y propiedades.

Luego de todo este tsunami antizuliano, el INE intenta emitir una media verdad sobre la nueva realidad de la región, colocándonos en una estimación de un 28 por ciento de población ubicadas en las clases más sensibles a las carencias y las necesidades.

Los números recientes del Centro de Estudios Sociológicos y Antropológicos de la Universidad del Zulia no sólo develan el maquillaje del INE sino que dice sin tantos eufemismos ni rodeos, que el golpe duro propinado por esa inquina del presidente Chávez para con la región terminó trayendo sus consecuencias.

Ahora somos una de las regiones más pobres y desamparadas del país con un 55 por ciento de su población condenada a la miseria y dependiente de las dádivas y los subsidios de los que tanto se vanagloria este gobierno.

El candidato de la pobreza debe saber que el número de víctimas de la indigencia en la región supera los 2 millones de ciudadanos con todo tipo de carencias, desde aguas blancas y aguas servidas, los pocos que tienen electricidad sufren las secuelas de los repetitivos apagones, la mayoría de los niños deserta de las escuelas por desnutrición. La deserción escolar entre adolescentes entre 15 y 19 años es del 50 por ciento en el Zulia según el informe del CESA-LUZ, lo que indica que es una población sin futuro posible si todo sigue igual.

Ahora existen 88 mil ranchos en condiciones de miseria y 465 mil viviendas en malas condiciones, que no logran ser sustituidas por las soluciones de la GMVV, porque todas esas ofertas son una gran mentira que sólo buscan el impacto mediático para fines electorales y no acabar con el flagelo de esta dura realidad.

De esos 2 millones de pobres, 400 mil personas viven en pobreza extrema en esta región, de los cuales sólo un 9 por ciento cuenta con subsidio alimentario; lo que no es como para jactarse, un 8 por ciento dice ir a Barrio Adentro cuando enferman porque en la mayoría de los casos deben vivir el vía crucis de los hospitales venezolanos, y sólo la mitad dice beneficiarse de Mercal, porque en esos centros de acopio del gobierno hay escasez y deben buscar los productos de la dieta diaria en otros mercados comunes.

Las parroquias más pobres de Maracaibo son Ildefonso Vásquez, San Isidro, Venancio Pulgar, Carraciolo Parra y Antonio Borjas Romero, según estimaciones de FCES-CESA.

Ser pobre en este país es un delito, porque todos los males parecen recaer sobre esta población cada vez más desamparada y con casi ninguna oportunidad de parte de los gobiernos que se aprovechan de ella para mantenerse en el poder. (El Universal)