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Lunes 13 de agosto 2012

Los Bora: "No me defiendas compadre"

Por: Lic. César Sánchez Olivencia.
Los Bora: 'No me defiendas compadre'
Foto: Medios

El 12 y 13 de agosto, en Iquitos, el río Amazonas recibirá oficialmente su galardón como nueva maravilla natural del mundo. El Río Amazonas/Bosque Tropical recibirá la distinción por parte de la Fundación New 7 Wonders.

Mientras el río Amazonas es homenajeado, el Perú y el mundo es testigo del ya famoso intríngulis de los Bora, una etnia selvática que es parte del territorio peruano y que cobró  impacto, a raíz de haber sido insultada por una  conductora de televisión poco ilustrada en  materia de comunidades aborígenes, que confundió el tono de burla con el tono de respeto, cuando intentó hablar de las culturas de los pueblos. La causa de la falta es comprensible pero el efecto no es justificable. El rating siempre conduce a excesos.

Este desliz de la periodista chilena debe servir a los peruanos de corazón para reflexionar sobre la actitud del peruano del Perú oficial, con respecto a las comunidades amazónicas, que existen en la selva peruana y también en otros países. No solo debemos demandar el respeto de los extranjeros sino que nosotros mismos debemos defender  la identidad cultural de nuestros pueblos. Es irónico recordar a un expresidente del Perú, quien cometió el “brillante“  acto fallido de calificar a  la comunidad de Bagua como “gente de segundo nivel” ¿Este es el Perú que les parece?

El fenómeno de ser “más papista que el Papa” aún forma parte de la idiosincrasia de algunos peruanos, que parecen  ocultar una culpabilidad histórica. Quienes no han defendido jamás la dignidad de los pueblos aborígenes son los primeros en protestar.  Sucede en todo tipo de ideologías: políticas, religiosas, sociales; ya sea en la guerra o en la paz. En nuestro país es una costumbre muy rentable salir en defensa de algo aunque el principal enemigo de ese algo -consciente o inconscientemente- sea el propio defensor. Por supuesto que protestar con coraje y sinceridad frente a cualquier  insulto es legítimo. Felicitaciones a estos compatriotas.

Hagamos memoria sobre este tema de la defensa de la imagen del  Perú. Antes del Tratado de Paz de 1998 -en el que perdimos Tiwinza- Ecuador era considerado por la mayoría de peruanos como el enemigo público número uno del Perú. Es así que cuando un gobernante quería sacar provecho de la xenofobia emprendía una ardorosa campaña en “defensa” de nuestra nacionalidad. Los tiempos cambian y ahora peruanos y ecuatorianos convivimos como hermanos. Así debe ser, señores.

La verdad es que en el Perú -que se difunde con marca Perú- el propio Estado y la mayoría de peruanos aún estamos de espaldas a nuestra nacionalidad. Nuestro  país  tiene una diversidad de etnias nativas. Es un universo territorial, pluricultural y multilingüe. Existen más de 40 lenguas en la selva peruana y más de 300 categorías lingüísticas  en toda la región amazónica, que incluye a otros países fronterizos de la ruta del Amazonas, hasta desembocar en el océano Atlántico. Los aborígenes solo sirven para el negocio turístico.

Con perspectiva histórica, digamos que inclusive el propio imperio del Tahuantinsuyo -el de los conquistadores incaicos- optó por alejarse de las etnias selváticas por temor a su poderío y su extraña sabiduría. Sabemos por algunas investigaciones que en la época preincaica existieron corredores que vinculaban a las poblaciones selváticos son la costa. La prueba es la existencia de iconografía de ambiente selvático en algunos productos de orfebrería de los pueblos de la costa.

Con la invasión de los conquistadores españoles, sucedió la misma       historia. Tomaron distancia de  las etnias de la amazonia, por temor a la agresividad de sus pobladores, que para los ibéricos eran una mezcla de “salvajes y pecadores”. Los intereses  económicos, políticos y sociales terminaron por consolidar la separación del Perú oficial del Perú marginal de los aborígenes. La explotación inhumana de los indios, convirtió en innecesaria la inclusión de las etnias selváticas en la Colonia.  Por su parte, el Estado -el de la Independencia desde 1821- ha escrito las mismas páginas. Nunca se preocupó seriamente por la situación de las etnias de la selva.

El centralismo que aún está vigente en nuestro país, a pesar de los gobiernos regionales y la autonomía de los gobiernos locales, convirtió este olvido inclemente en una  política de gobierno. Todo para la “Tres veces coronada villa”, un poco para las comunidades provincianas, con sus caciques locales y terratenientes, pero casi nada para la selva. Por eso no se conoce con exactitud -ni siquiera en  2012- cuántas son las etnias de nuestra selva. Los censos no llegan a lugares “salvajes”.

Etnia Bora. Por eso les cuento que “había una vez un pueblo indígena  llamado  Bora”, que habita en el bajo Igará Paraná y las bocas del río Cahuinar, afluentes del río Putumayo, en el departamento colombiano de Amazonas y en algunos lugares del Perú, a los cuales fueron trasladados forzadamente por los caucheros. Su idioma se fue haciendo  más complejo en la medida que insertaban nuevos significados a sus significantes, según la lingüística estructuralista de Saussure.  El dominio de la naturaleza les permitió sobrevivir en un medio tan difícil que los obligó a ser grupos itinerantes. Vivían de la caza, la pesca y la recolección de frutos. Y muchos aún lo hacen.

Este abandono  por parte del Estado, dejó a los aborígenes librados a su propia suerte y tuvieron que correr muchos riesgos, frente a la voracidad de las empresas nacionales y extranjeras que se dedicaron a apropiarse  de sus riquezas, con una mínima inversión, y la complicidad de los gobiernos.  Instalaron sus campamentos y realizaron explotaciones abusando de los nativos que se atrevían a protestar por la ignominia. Por eso resulta exagerado que algunas personas aprovechen para rasgarse las vestiduras en “defensa” de nuestras etnias de la selva, sin hacer nada para incluirlas en la sociedad peruana.

Una de las páginas más crueles de la actitud del Estado frente a los pueblos de la selva  aparece en la novela El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa.  Cuenta la historia del irlandés Roger Casement, cónsul británico en el Congo a inicios del siglo XX. Fue uno de los primeros europeos en denunciar con argumentos los horrores del colonialismo. De sus viajes al Congo Belga y a la Amazonía peruana quedaron  informes  que alarmaron a la sociedad de su tiempo.  Reveló que no eran los “bárbaros” africanos ni amazónicos los que dañaban a los europeos. La barbarie la cometían éstos,  impulsados por sus ambiciones comerciales, disfrazadas con la etiqueta de la civilización y el cristianismo.  La explotación cauchera en la selva peruana se realizó entre 1885 y 1915.

Por eso aquello de “No me defiendas compadre”. El título del artículo es oportuno por traslucir  las propias declaraciones del nativo Bora,  Wálter Flores, quien señaló a RPP que en la aldea Bora no se han sentido ofendidos por lo ocurrido. “Nosotros en realidad hemos recibido con risas, porque todos podemos tener piojos, y decir ‘piojosos’ es cosa común que se tiene en la selva”, expresó con  sabiduría. Las frases representan a un  Bora posicionado plenamente y sin complejos de su espacio-tiempo y consciente de su identidad cultural. Las diferencias hacen vigente una identidad y aunque evolucione en contacto con la sociedad global, su cosmovisión es permanente porque es el espíritu de su cultura, en el camino que lo llevará hacia su destino histórico.

Por su parte, los participantes del ‘reality’ se retiraron de la aldea antes de culminar sus actividades, porque la autoridad regional les dio un ultimátum.“Que estos señores salgan inmediatamente antes que los saquemos”. Mientras tanto el embajador de Chile en Perú,Fabio Vio Ugarte, se apresuraba a ofrecer disculpas por las frases ofensivas que recibió  el ya famoso Aroldo Miveco, un integrante de la comunidad Bora del Perú, que habla inglés y se comunica con el mundo a través de las redes sociales Facebook y Twitter. No tiene plumas en la cabeza ni camina en paños menores por las calles de Lima ni de Santiago.

Por otro lado, el infeliz programa de la TV chilena parece coincidir con lo que dijo hace pocos años Carolijn Terwindt: ”la sociedad chilena es racista”. No comparto plenamente esta opinión, pero le informo a la colega chilena, que su país es un Estado pluriétnico y multicultural que comprende dentro de sus fronteras a diversos pueblos indígenas: aymara, colla, kawéskar (alacalufe), likanantay (atacameño), diaguita, mapuche, quechua, rapanui y yámana. La población indígena de Chile comprende casi 700 mil personas. En el pueblo mapuche, las comunidadesse agrupan en cinco identidades (huenteche, nagche, lafkenche, pehuenche y huichille).  El Estado chileno ya reconoce oficialmentela existencia de  pueblos originarios.

Convertir la debilidad en fortaleza. Comprendo que la colega chilena Julia Vial, encendió en el Perú la hoguera del patriotismo chovinista a ultranza  de algunos peruanos del siglo XXI, por tildar de “piojosos” a la etnia Bora en el ya cancelado programa ‘Intrusos’ del canal La red. Es evidente que la periodista  ignora (cosa que no es raro en el gremio), el tema de las comunidades aborígenes del Perú y Chile. El efecto positivo para el Perú debe ser que mientras levantamos -con derecho- el grito al cielo por los insultos, la sociedad peruana haga un mea culpa y se ponga a pensar con buena fe en las etnias de la selva, y que no utilicen a los nativos solo para exhibirlos como  personas exóticas en la publicidad exterior de Marca Perú. Muchas gracias.

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