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Martes 14 de agosto 2012

Calderón, el jefe

Por: Ricardo Alemán
Calderón, el jefe
Foto: dzacatecas.com.mx

Luego de la primera escaramuza entre los dos bloques que se disputan el control político del PAN –o lo que queda del aún partido en el poder –, se puede decir que se produjo un empate momentáneo entre tirios y troyanos.

Es decir, que si bien el todavía poderoso grupo de los “calderonistas” asumió el control mayoritario de la comisión que evaluará la crisis que vive el partido –y a partir de ella hará las propuestas de reforma al estatuto que más convengan–, también es cierto que la fecha fijada para la asamblea refundacional del PAN, no se fijó en el mes de octubre, como lo propuso el presidente Calderón, sino que la fecha límite será febrero de 2013, como lo quiere el presidente saliente del PAN, Gustavo Madero.

En otras palabras, que en el primer encuentro formal de los dirigentes del PAN –luego de la derrota presidencial del pasado 1 de julio–, ninguno de los dos logró imponer condiciones y menos ganar por un solo golpe la pelea por “el zurrón” del partido azul. ¿Y qué significa el empate o la indefinición política, estratégica y programática para un partido, como el PAN,  que perdió su hegemonía en el poder?

Primero, que el presidente electo, su partido y su grupo parlamentario en el Congreso –nos referimos a Enrique Peña Nieto, al PRI y al poderoso grupo de Beltrones–, no tienen interlocutor reconocido y menos legítimo en el PAN, como para garantizar la validez y certeza de los acuerdos, pactos y reacomodos que supone la alternancia en el poder, ordenada por los electores en las urnas.

Segundo, que entre más tiempo pase sin un frente de negociación sólido y confiable entre el PRI y el PAN –lo que no se puede amarrar, mientras que el PAN siga en la total indefinición–, se pierde la inercia del cambio y el efecto mediático de la alianza PRI-PAN. En cambio, si el PAN decide, antes de diciembre, cual será su nueva dirigencia y el sentido de su estrategia política frente al regreso del PRI, estará en condiciones de generar los primeros acuerdos entre tricolores y azules.

Y un acuerdo de esa naturaleza –que legitimará al gobierno de EPN–, tendrá un impensable efecto positivo para la imagen del nuevo presidente, al tiempo que debilitará de manera considerable la protesta que, por todo el país, encabezará AMLO una vez que Peña Nieto se convierta en presidente electo. Y tercero, que si el PAN se retrasa en definir cuál de sus grupos será hegemónico y, por tanto, hará imposible todo acuerdo y negociación con el PRI; entonces el partido de Peña Nieto se verá obligado a pactar, en primer lugar, con un sector importante de las llamadas izquierdas, entre otros “Los Chuchos” –que enviaron ya señales claras de que pactarán con Peña–, además buscar pactos con Marcelo Ebrard, Manuel Camacho y, claro, gobernadores como Miguel Mancera, Graco Ramírez y Arturo Núñez, del Distrito Federal, Morelos y Tabasco, respectivamente.

En palabras del refranero popular, que si el PAN no reacciona con rapidez y sensatez, le puede pasar lo que al “camarón que se duerme”. Es decir, será arrastrado por la corriente de su crisis interna y, por tanto, habrá dejado pasar una oportunidad de oro para ser parte de las decisiones de poder –en el nuevo gobierno–, y para mostrarse como un partido moderno, propositivo, colaborador y que tiene todo para regresar al poder presidencial.

Ahora bien, ¿Qué diablos pelean Felipe Calderón y Gustavo Madero? ¿Por qué razón, el primero quiere un rápido cambio de dirigentes del PAN y una reforma estatutaria, en tanto que el segundo se niega y quiere llevar todo a los tiempos previstos; hasta 1013? En ese caso, la respuesta no admite más que el pragmatismo duro y puro de las dos partes.

Resulta que Calderón quiere el cambio de dirigente y de paradigma en el PAN –antes del 1 de diciembre–, porque de esa manera le corresponderá a él mismo, llevar a cabo y de manera directa, la negociación con Enrique Peña Nieto. Y es que si Calderón logra reformar al PAN antes de que concluya su gobierno, será el verdadero jefe máximo de los azules. Pero Gustavo Madero y los suyos se aponen a esa posibilidad –justo por la misma razón–, porque quieren tener en sus manos la negociación. Así de simple.

Por lo pronto, y si apelamos al espíritu deportivo, tendremos que concluir que luego del primer tiempo de la batalla por el PAN, el marcador reporta un empate. Pero el empate es momentáneo, ya que en cualquier momento una de las partes pudiera ganar la batalla.

Al tiempo.

EN EL CAMINO

¿Y qué, a poco no es cierto que “los ternuritas” estuvieron pegados a Televisa en el México Brasil?”. Impostura pura y dura.

Nota publicada en periodicocorreo.com.mx

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