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Viernes 17 de agosto 2012

Suboficial Millones y 'El Valor de la Verdad'

Por: Billy Crisanto Seminario.
Suboficial Millones y 'El Valor de la Verdad'
Foto: Medios

Hace unos días el sub oficial de la PNP José Miguel Millones, sobreviviente de la desastrosa operación "Libertad", se presentó en el reality show "El Valor de la Verdad". Esta vez no sólo los fanáticos de los escándalos faranduleros estaban atentos, sino buena parte del país. En efecto, el participante buscaba esclarecer una tragedia que costó al país varios muertos, entre ellos valerosos efectivos de nuestra policía. A estas alturas ya se han tejido varias hipótesis sobre las motivaciones del invitado del periodista Beto Ortiz. Analicemos una de las más comentadas luego de la emisión del programa. Ésta afirma que el principal interés del interrogado (y pasado por el polígrafo) era el dinero.

Hay que aceptar la razonabilidad de esta presunción, pues cincuenta mil soles no le caen mal a nadie, especialmente si se encuentra necesitado. Sin embargo, la pregunta principal debería ser ¿Eligió bien, el suboficial Millones, el programa para tan importantes revelaciones?, ¿Por qué, sí quería contar toda la verdad, no se presentó en un programa “serio”?  Alguien responderá que en cualquier programa de entrevistas podría haber mentido ante la ausencia del polígrafo. Sin embargo, a juzgar por las repercusiones de todo lo que contó, hay que reconocer que el estigma de los tolk show y de los realty show, sigue siendo su circunscripción al escándalo (y al público) farandulero. Es por eso que, aparte de la prensa chicha, no ha producido las primeras planas y los comentarios, que en mi opinión, merecían sus declaraciones. No hay que descartar, por otro lado, la conocida guerra de canales que esta vez ha mezquinado  al país un tema de interés y de gravedad nacional.

Tratando de resolver el punto de la principal motivación de presentarse en tan comentado reality show, una respuesta con cierta consistencia nos dice que buscaba precisamente que gran parte del Perú escuche su esclarecedor testimonio. Si a esto sumamos la espectacularidad mediática de dicho programa, aumentada por el famoso polígrafo, entonces Millones ya no lo pensó dos veces. El interés económico, por otra parte pierde fuerza cuando ofrece compartir el premio (los cincuenta mil) con las familias de sus compañeros caídos, lo cual es una demostración palpable de su calidad humana. Sin embargo, calculó mal al dar por hecho la ligazón del espectáculo con la política. Si esperaba las inmediatas declaraciones del ministro del interior y del propio presidente Humala sobre el tema, se equivocó. Además de algunos congresistas de oposición, ningún personaje de envergadura del gobierno ha ordenado investigación alguna, ni tampoco ha garantizado la seguridad del valeroso policía.

Otro ángulo a considerar es la validez de sus declaraciones. En efecto, al no ser haber sido hechas ante un juez, su palabra, con polígrafo incluido, no tiene un valor probatorio per se, si no va acompañada de otras evidencias materiales. Por ejemplo, si el Director Superior de la PNP demuestra irrefutablemente que el día del operativo, se encontraba en otro lugar, la versión de Millones se desvanecería inmediatamente. De lo anterior se deduce que sí el objetivo del testigo era desenmascarar a los responsables de alto rango de esta desafortunada operación no basta con su sola palabra, incluso ante el polígrafo.  Se precisará de la decisión política para ordenar una exhaustiva investigación (y del más alto nivel) que  trascienda a las fuerzas armadas y policiales, para evitar los, a veces encubridores, espíritus de cuerpo. 

Hay otras cosas que abonan a su favor de la veracidad de su testimonio. La entrega de cacerinas malogradas y de guantes de construcción son deficiencias lamentablemente conocidas en nuestra policía. De otro lado hay que tomar en cuenta la  pésima atención médica que recibió – urgente después de haber sido herido en el desastroso operativo -. Además,  antes de presentarse a la prensa, realizó todos los trámites de ley ante su institución, sin recibir respuesta alguna. Todo lo contrario, la iresponsabilidad ha sido evidente. Fue dado de alta antes de que sanen sus heridas y tuvo que costearse el mismo sus  medicinas. El ejemplar hecho de que también las comprara con su dinero para algunos de sus compañeros hospitalizados reafirma su calidad humana, la cual abona a favor de la franqueza de sus denuncias.

En efecto, cansado de tanta indiferencia, irresponsabilidad y abandono de parte de la institución por la que combatió valerosamente, decidió finalmente plantarse ante una cámara y decir su verdad a riesgo de las represalias que sabe a las que se expone. No son casualidad en este sentido, las amenazas, las citaciones, los reglajes de que ha sido objeto por parte de sus jefes de la PNP. Todo esto indica que poderosos intereses de esta institución no querían que la esa verdad salga a la luz. Es duro constatar que, desde la Guerra del Pacífico, en nuestro país los héroes surgen ahí donde los gobernantes (y los altos mandos militares) fallan, y José Miguel Millones (junto a sus compañeros caídos en la acción) es sin duda todo un héroe, y lo más trágico de todo esto es que, tal como ha sucedido en el pasado, este gobierno, lejos de valorar a sus héroes, los  maltrata con escandalosa impunidad.

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