Hay quienes creen, que para ejercer cargos públicos importantes con capacidad de decisión, se debe tener conocimiento de la actividad que se desempeñará, voluntad, honradez, y decencia, como requisitos principales.
Pero ello no basta, también se necesitan condiciones que tienen que ver con las buenas formas en el desempeño de la función y del carácter de quien las ejercerá.
En efecto, el ejercicio de la función pública, y más si se trata de los primeros niveles, necesita generar confianza y más si se piden actos de fe, como la delegación de facultades legislativas. Para recibir confianza se necesita explicar lo que se pretende hacer, los pros y los contras de la decisión o del camino que se vaya a tomar, y para ello no basta la explicación técnica sino también las formas, que deben ser las adecuadas.
Si pides algo y quieres lograrlo, es conocido que más puede algo de azúcar que mil amenazas y berrinches, así como los anuncios de sino me das gusto me voy.
El carácter también es importantísimo en las relaciones humanas, y más si pretendes el seguimiento de los demás. Hay quienes siendo muy versados en diversa temática, buenos ciudadanos, personas inmaculadas en cuanto a corrección, no necesariamente lo son en respecto a las formas de comunicación, al olvidar que quien ejerce cargo público está sujeto -además de a la fiscalización- a la crítica.
La discrepancia democrática y alturada, no significa de modo alguno boicot a la gestión, menos aun confabulación contra el actor político, y por ello tiene que entenderse como simple disenso en relación con algún hecho o planteamiento determinado y no contra la persona en si misma. A esto agregar como premisa que tanto el criticado como el criticante buscan lo mejor para el país.
Importantísimo es que quien ejerce función pública conserve tranquilidad para tomar serias y difíciles decisiones, y también para exponerlas al público y recibir su aquiescencia. Quienes por emotividad, carácter o cualquier otra razón, pierden la ecuanimidad, tienen más posibilidades de errar que quienes mantienen la serenidad.
En la democracia hay que buscar consensos y desterrar imposiciones, y para lograrlo necesitas acercarte a los demás, que no son adversarios necesariamente sino que piensan diferente, y que pudieran incluso variar de posición con explicación transparente y con buenas maneras. La intolerancia, la arrogancia y la soberbia, no son buenas consejeras.
El avance científico hoy en día te da muchos elementos para controlar el mal carácter y recuperar la calma, pero siempre se pueden recurrir al antiguo consejo de los tiempos de nuestras abuelas, la tisana, y si ello es muy grave con unas gotitas de valeriana, a lo que podremos llamar la tisana plus.
Publicado el 19 de agosto de 2012 en el diario La Razón.