Acá lo de menos es si la ropa de la señorita Tello estaba sexy, si la charla era para sesenta oyentes pero solo fueron tres –incluido el director de la Autoridad Autónoma del Sistema Eléctrico de Transporte Masivo de Lima y Callao (AATE)–, o si la expositora sabía lo suficiente como para informar sobre nutrición.
Hasta donde se sabe por las versiones periodísticas surgidas tras la denuncia hecha el domingo por Diario 16, la expositora contratada estudia nutrición en la UPC. Además, su figura y simpatía concitan tremenda atención –incluyendo, comprensiblemente, la del ministro Pedro Cateriano, quien ha reconocido que, “como el 97% de los peruanos, soy hincha de Vanessa Tello”, surgiendo entonces la pregunta legítima de qué diablos le pasa al 3% restante.
Su genio y figura componen, así, un combo demoledor y capaz de vencer al tedio de una clase de trigonometría después del almuerzo. El contrato que firmó “para brindar una charla acerca de conocimientos básicos de nutrición” es inobjetable.
El origen del problema puede estar, en cambio, en la empresa que la contrató: el Consorcio Tren Eléctrico (CTE) conformado por las empresas Odebrecht y Graña y Montero.
La relación entre una empresa regulada, supervisada y fiscalizada, y la entidad gubernamental encargada de esas tareas –como es la vinculación operativa entre el CTE y la AATE– debe manejarse con extremo cuidado, ética y precaución.
Lo mismo se puede decir de la relación entre una empresa u organización y personas como congresistas, ministros, jueces, fiscales, policías, militares, alcaldes o, por supuesto, periodistas, algunos de los cuales se compran hoy en el mercado de la indecencia con un sencillo.
La relación entre regulador y regulado debe ser respetuosa, pero se puede volver promiscua si se traspasa la delgada línea fijada por el sentido común y, también, por los códigos de ética y normas diseñadas para que la vinculación sea positiva desde el punto de vista de la sociedad y no de un bolsillo particular.
Es obvio que una charla nutricional es un asunto menor, por más que esta sea realizada por una ex miss ‘colita’ despampanante como la señorita Tello, pero el problema es que, si no se corta por lo sano en lo más sencillo, se corre el riesgo de terminar enlodado en una corrupción profunda que perjudica, en primer lugar, al ciudadano más pobre (Con información del diario La República).