Victimizando a la pareja presidencial

A pesar de sus innumerables desaciertos, tanto la popularidad de Ollanta como la de Nadine no se ha visto muy afectada y ambos mantienen un margen importante de aprobación popular. Esto contrasta con el hecho que por errores bastante menores en gobiernos anteriores eran varios los puntos que caían los gobernantes y sus parejas en los sondeos. La pregunta es ¿Y qué pasa ahora? ¿Por qué ellos se mantienen?

Basta con salir a las calles y escuchar a los ciudadanos expresar frases como: “pobrecito la familia que le ha tocado” o “mala suerte el tener a esos hermanos y padre que lo atacan”, y/o “sus peores enemigos son su familia”, para entender que la fórmula de la victimización mediática se impone a los desaciertos técnicos y los mantiene a flote a pesar de los graves errores que se han cometido como el desgobierno del sector defensa en el VRAE, los vacíos del programa Pensión 65 o los indicios de corrupción en el OSCE (donde “nadie” se percató de los negocios de Alexis). Es decir, pesa mas el escándalo familiar que los errores de gestión resultando que los parientes son “los malos” mientras que la pareja presidencial es “la víctima”.

Hay que resaltar sin embargo que en este caso esto es un hecho espontáneo de la dinámica política. Dudo que sea algo fríamente calculado y/o planeado por algún ente de gobierno, sobre todo observando que no han demostrado capacidad alguna para este tipo de acciones psicosociales, pero a la vista de los acontecimientos es una oportunidad valiosa que se les ha presentado y aprovechan bien. La victimización vende pero cuidado, los escándalos mediáticos duran poco y terminan pronto, sobre todo cuando se acercan las próximas elecciones.

Publicado el 31 de agosto de 2012 en el diario La Razón.