El retroceso del gobierno en el caso de la mina Conga refleja tanto su falta de ideas claras como de autoridad. No ha tenido la capacidad de liderazgo del presidente ecuatoriano Rafael Correa, que se dedicó a explicar a las comunidades las ventajas de la gran inversión minera que requiere Ecuador. Con argumentos claros y convincentes, demolió a los fundamentalistas y se ganó la adhesión de la gente.
No necesitó esconderse tras las sotanas para capear el temporal. Desde su cátedra de economía ambiental tuvo también sus bemoles, pero una vez en la más alta magistratura de la nación supo muy bien distinguir que le conviene al interés general.
No es el caso de Humala, un hombre cuya lejanía de la vida académica salta a la vista con brulotes como que en el Perú sólo hay minería desde la república. Como gobierna sin orden ni concierto, sin plan alguno, ha optado por sobrevivir en las encuestas con decisiones fáciles para salir del paso. ¿Qué a los maestros no les gusta estudiar’? Pues que se anulen los exámenes. ¿Qué Santos ha botado a los reverendos? Pues se acabó Conga.
La política del avestruz es una pésima estrategia y sus indecisiones afectan al país. Es cierto que en Cajamarca hay una fuerte oposición a la empresa Newmont, pero en un mar de incoherencias y contradicciones que el gobierno no se ha dado el trabajo de considerar.
Corre el riesgo de quedar retrasada frente a otras zonas del país donde la gran minería con alta tecnología y respeto del medio ambiente se expande. Cajamarca se ha convertido en un gran laboratorio social para pensar alternativas.
En lugar de tener a los lugareños y a los maestros como adversarios, ¿por qué no se les tiene como aliados? Cuando el problema es que la población de las zonas mineras no se ve beneficiada con la obra pública que genera los impuestos mineros, muchos países han optado por dar estipendios directos a esos habitantes.
Si pensamos en una redistribución más adecuada de la renta minera, parte del canon no utilizado debería ir a los ciudadanos y un porcentaje puede ser destinado al incremento anual del sueldo de los maestros y a la mejora de la infraestructura educativa.
Así como en Chile o Ecuador un porcentaje importante de la riqueza generada por el cobre y los Hidrocarburos va a sus Fuerzas Armadas, podemos en el Perú hacer lo mismo pero con los maestros. Bien pagados, serán la columna vertebral del desarrollo del país con una alta calidad educativa.
Podrían ser al mismo tiempo los garantes de una industria minera que cumpla con las normas de respeto al medio ambiente, de los procesos de remediación y del desarrollo sostenible.
Esta reorientación de la renta generada requiere que se forme un fondo de compensación regional que permita el desarrollo equilibrado de todo el país. Ya tenemos ejemplos de sectores sociales como los jubilados que participan de la hidroeléctrica del Mantaro y de trabajadores que gestionan la seguridad social o eficientes entidades financieras como la Derrama Magisterial.
Publicado el 31 de agosto de 2012 en el diario La Primera.