Jueves 25 de abril 2024 | Contáctenos
No hay peor ciego que el que no quiere ver, reza el dicho. Y lo que hoy la mayoría de los líderes políticos no quieren ver o aceptar es el nivel de peligro del terrorismo reciclado en fachadas como Movadef.
Cajamarca y Espinar han sido, y son, los laboratorios para ensayar y mejorar esta estrategia de desgastar al Estado, de debilitarlo y desprestigiarlo para abonar el terreno de un golpe popular y de masas.
La paralización de importantes proyectos mineros es el resultado de la coordinación entre Sendero Luminoso, los radicales y movimientos regionales e indígenas infiltrados por SL. Asociados en los autodenominados “frentes de defensa”, esta gente maneja diversas ONG en perjuicio del Estado y el desarrollo de la industria minera.
Como miembro de la Dircote puedo dar testimonio de que en 1994, en el interrogatorio al terrorista Víctor Quinteros Ayllón, quien reemplazó políticamente al líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, éste le confesó que tras un encuentro con ‘Artemio’ y otros líderes subversivos en el Alto Huallaga, tomaron como acuerdo enrumbar la estrategia ideo-política identificarse más con los reclamos de la población y apoyar a los frentes de defensa. Es decir, renunciaban a lo que era la ‘lucha armada’ y volvían al trabajo de los 80’, de infiltración de todos los aparatos del Estado y las organizaciones sindicales, universidades.
De modo, pues, que la nueva guerra de SL es una guerra anunciada.
Publicado el 3 de setiembre de 2012 en el diario La Razón.
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