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Martes 04 de septiembre 2012

Felipe y Enrique; impensable alianza

Por: Ricardo Alemán
Felipe y Enrique; impensable alianza
Foto: animalpolitico.com

Durante el mensaje del último informe de su gobierno, el presidente Felipe Calderón confirmó que el Estado mexicano vive un inédito que, hace semanas y meses, era impensable. ¿Por qué impensable?

Porque es evidente que existe una sólida alianza entre el presidente que se va y el que llega –entre Calderón y Peña Nieto–, a pesar de que son mandatarios que representan a partidos no sólo distintos, sino antagónicos; al PAN y al PRD. Y todo, a pesar de que hace no muchos años, el entonces legislador, Felipe Calderón, decía que le daba “asco pactar con el PRI”.

Hoy, a Calderón ya no le da “asquito” darle la mano a un priista. No, el presidente de los mexicanos alcanzó una evolución tal que, incluso, pactó con el priista número uno, Enrique Peña Nieto que, al mismo tiempo, es el presidente electo y sucesor del segundo gobierno panista.

Y el pacto impensable entre Calderón y Peña no sólo fue tangible cuando el presidente saliente llama “a todos los mexicanos” –legisladores y líderes de todos los partidos, incluidos--, “a apoyar en todo al presidente electo”, a Enrique Peña Nieto.

No, en los hechos, el presidente saliente –Felipe Calderón–, ya coloca los primeros ladrillos del edificio que deberá construir el presidente entrante, el señor Enrique Peña Nieto. Y esos ladrillos son las iniciativas de reforma laboral y de trasparencia que –al tiempo que entregó su último informe–, el presidente Calderón envió al Congreso.

En efecto, de manera sorpresiva, el presidente Calderón mandó al Congreso –cámaras de Diputados y Senadores–, un par de reformas que se inscriben en las nuevas facultades presidenciales de la reforma política que se aprobó apenas hace un semestre. Nos referimos a las reformas preferentes a que tiene derecho el presidente –de enviar al Congreso– y que, al mismo tiempo, el Poder Legislativo deberá resolver en 60 días a partir de su llegada a una de las dos cámaras.

Felipe Calderón envió a la Cámara de Diputados una reforma a la Ley Federal del Trabajo y, a la de Senadores, una reforma de transparencia. ¿Y qué tienen de particular esas reformas?

Poca cosa, que con la nueva composición del Congreso –en donde el PRI y sus aliados tienen mayoría–, el presidente Calderón someterá al Congreso una de las reformas que el mismo PRI había rechazado en los años anteriores, además de que también envió al Congreso una de las reformas que prometió el nuevo presidente.

Es decir, que por razones político electorales, el PRI rechazó la reforma laboral que desde hace años cabildeaba el presidente Calderón. Pero hoy, y gracias al impensable pacto entre Felipe y Enrique, está listo el escenario para que los legisladores del PAN y del PRI aprueben la reforma laboral.

Es distinto el caso de la reforma de transparencia. Aquí vale recordar que esa, precisamente, es una de las tres iniciativas que prometió de inmediato el hoy presidente electo, Enrique Peña Nieto. También en este caso, todo está listo para su aprobación.

Y frente a esa impensable alianza, obliga la pregunta: ¿Por qué esas reformas y por qué ahora? Las respuestas son de profunda contenido político.

Primero, porque tanto la reforma laboral, como la de transparencia, tendrán un fuerte impacto en el PRI; en sindicatos de filiación tricolor y en los gobiernos estatales de ese partido. Por eso es importante que sean presentadas por el presidente del PAN, quien pagará el costo, en tanto mandatario saliente.

Segundo, porque será el primer ensayo para probar que es posible una alianza entre el gobierno que se va y el que llega, lo cual jalará y/o excluirá al resto de los opositores. Si el ensayo sale como se espera, el terreno estará listo para otras reformas.

Y tercero, porque Felipe y el PAN aceptaron apoyar la reforma de transparencia propuesta por el PRI, a cambio de que Enrique y el PRI apoyen la reforma laboral, que era prioritaria para el presidente del PAN. En otras palabras, que la política hizo posible una alianza impensable y que podrá ser altamente positiva para los ciudadanos. Y si, algo bueno estaría por ocurrir. Al tiempo.

EN EL CAMINO

Sin duda que el gobierno de Calderón será reconocido por otros inéditos, como la impensable estabilidad económica, la impensable infraestructura carretera, la impensable regulación de energía y cobertura de salud. Sí, y los malquerientes pueden decir misa, si así lo desean, pero el de Calderón será uno de los mejores gobiernos de la historia. Sí, porque los 60 o 70 mil muertos son producto de la guerra entre bandas, no de la lucha del Estado contra el crimen. Y sin duda la historia pondrá a cada quien en su sitio.  

Nota publicada en periodicocorreo.com.mx

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