En los fríos días de agosto no vemos -como hace un año- policías en las calles. Alguno que otro “patrullero” solapa en algún solitario de Lima deleitando una dormida. Están en las comisarías, dicen.
Los bancos y no las calles son lo que protegen. Los serenazgos enfrentan asaltos y delincuentes, por ejemplo, en Jesús María. Y mientras esperamos que don Juan Jiménez Mayor reemplace subprefectos y prefectos medio terrucos de Patria Roja que se nutren de fondos en la Derrama Magisterial para agitar marchas, los jefes y funcionarios de las entidades públicas, como empresas e institutos que dejó nombrados a sus funcionarios de confianza el Dr. García, siguen fieles a disparar a los pies de Ollanta y sus gabinetes.
Falta mano firme de la autoridad en la calle. Los choferes de combi, delincuentillos cansados de matar en avenidas y paradas, hoy se hicieron de taxis y maltratan a los pasajeros.
Es el nuevo y flamante peligro que patenta su oronda marca. Algunos se drogan, llevan burundanga, no miran a los ojos, tienen sus tatuajes y encontradas cicatrices en brazos y rostros disimulados con gafas. Corren como locos, chocan, intimidan, cruzan, rompen lunas y cruzan a quienes les encaran faltas, dan palizas, trompean porque son machos, porque quieren, porque les da la gana.
Y tú, Susanita, que mejoras el transporte de Lima y es lo que debieras seguir haciendo, y bien, no puedes exponer al ciudadano consumidor a que policías corruptos que se alcoholizan en confidencias familiares con los “choros” y entre chelas a diario cuadren a la gente sino en la calle, en los taxis. Acaso debiera intervenir Indecopi para multarlos tras denuncia. Si chocan con la plata, la bestia se frena. De momento, pero ya es algo. ¿Qué poder tienen los serenos? Ninguno. Pura trampa. La ley nos cocina y protege chorros que entran en delivery a domicilio.
Mi primo Enrique, un expolicía PIP, que vive en la Villa Policial de Chorrillos-Vipo, fue asaltado con su esposa por un auto con 6 matones, mientras caminaban dejando a una amiga a su casa a las once. Y para terminar de limpiarlo porque era el único que faltaba en el barrio más asaltado de Lima, como es donde viven los policías, con pata de cabra vaciaron su casa mientras hacía la denuncia policial del incidente.
Algunos efectivos del Ejército debieran salir en rondas nocturnas. Y ojalá se militarice a la policía, una nueva, que disuelva a la existente corrupta. Si aumentan a los policías, militares, maestros y médicos, la presión bajará. Cerquen el Campo de Marte. Aclarando mentirillas. Los maestros jubilados ganan 800 soles y no 2.300, ministra Salas. El Seguro Social debiera simplificarse. El 99% de las visitas son de consulta externa y eso debiera absorberlo Solidaridad y los hospitales Essalud y SIS, inyectando plata de los sueldazos de los funcionarios. Y tarifas planas.
El público paga el buen servicio de clínicas privadas que ofertarían precios cómodos como solidaridad y hasta medicamentos genéricos que no vemos en farmacias. ¡Ah, la seguridad y la libertad sufridas en tirones!
Publicado el 5 de setiembre de 2012 en el diario La Razón.