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Viernes 07 de septiembre 2012

Homo patiens

Por: José Antonio Gámez E.
Homo patiens
Foto: Referencial

La tecnología sin duda ha hecho que nuestra vida sea más humana. Llegado un momento, los fines de la ciencia se han desbordado. Fue el momento de la Gran Ciencia de mediados del siglo XX, y de la Tecnociencia del siglo XXI. Luego con el paso del tiempo, los hombres que cultivan la actividad científica y tecnológica, han descubierto que no era posible ni la objetividad ni la neutralidad de su trabajo, ni de su existencia. Hemos llegado al punto, en que dentro de las actividades humanas clásicamente consideradas de la praxis, poiesis y theoria, solo queda espacio y tiempo para la poiesis, para la producción. La poiesis debe ser constante y creciente. Es el surgimiento y entronización del homo faber, que domina con su actividad la naturaleza y la cultura. El hombre que hace y que solo busca hacer. Como expresa Jesús Ballesteros: "sus categorías no son éxito o fracaso sino cumplimiento o desesperación. En ello radica la superioridad del homo patiens, sobre el homo faber, en que su meta, el cumplimiento frente a la desesperación puede darse en cualquier circunstancia, mientras que la meta del homo faber exige el éxito". Se cambia el paradigma de la libertad por el de la necesidad. Este hombre hacedor-productor, está expuesto a muchos estímulos, principalmente el gozo y la satisfacción de la vida buena. Además, suele tener a su disposición múltiples medios. Las posibilidades de triunfo estimulan siempre a apostar a ganador; se financia su actividad, se abren posibilidades de información y proyección social, se acompaña al favorito, se da a conocer al que triunfa. Pero con mucha frecuencia, el homo faber ha perdido la idea de su fin: el para qué de su existencia. Por esa razón el fracaso, el sufrimiento o la quiebra no son posibilidades que puedan existir en su vida. El derrumbamiento psicológico y muchas veces moral, suelen acompañar el despertar del homo faber. Un despertar que es violento y paralizante, que suelen estar seguidos de aislamiento y ruptura social, que hacen que el desengaño del exitoso productor no tenga solo consecuencias individuales sino comunitarias y hasta  sociales.

Por contraste, el homo patiens puede realizarse incluso en el más estrepitoso fracaso . Por su vivencia más plena de la realidad el homo patiens puede resistir y sobre todo crecer y hacer fecunda su vida. La theoria da sentido a la praxis, y ésta guía la poiesis. Una existencia que deja espacio para el orden. La armonía se establece dentro de la vida y la Belleza se hace manifiesta. Por eso, es una vida que se hace atrayente, que es capaz de aglutinar alrededor de los más nobles ideales, y encontrar la fuerza para llevarlos adelante.

Las vivencias por las que resiste y adelanta el homo patiens son según Frankl: la vivencia de la naturaleza, la experiencia del arte, el sentido del humor, el sentido del pasado, la soledad activa, la vivencia de la espiritualidad. Es difícil pensar en algún gran personaje de la historia que no haya sido paciente, en cuanto a resistente al sufrimiento. Ghandi, Mandela, Teresa de Calcuta o Juan Pablo II, fueron todos, personas con una base excepcional pero que deben su grandeza a que supieron sufrir y encontrar el sentido de su vida aún dentro de las más terribles contradicciones. "Para él (Juan Pablo II), los que sufren de modo inevitable son los verdaderos protagonistas de la historia porque contribuyen a hacerla menos trivial, más humana, y más trascendente". (El Universal)

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