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REDES SOCIALES
Martes 11 de septiembre 2012

Para entenderte mejor

Por: Grover Pango Vildoso.
Para entenderte mejor
Foto: Medios

Entre las tantas meditaciones de don Manuel González Prada, escritas con una gramática audaz que aspiraba a cancelar muchas reglas, hay una que atrae la atención por el augurio que encierra. Mucho más asombra al haberse escrito en 1889, integrando luego las formidables “Pájinas Libres” de don Manuel.

Dice allí: “La lengua usada por el mayor número de individuos, la más dócil para sufrir alteraciones, la que se adapta mejor al medio social, cuenta con mayores probabilidades para sobrenadar i servir de base a la futura lengua universal. Hasta hoi parece que el inglés se lleva la preeminencia: no sólo la lengua literaria de Byron i Schelley o la filosófica de Spencer i Stuart Mill, no la oficial de Inglaterra, Australia i Estados Unidos, sino la comercial del mundo entero.” Y agrega, con irreverencia: “Quien habla español habla con España; quien habla inglés habla con medio mundo.”

Más de 120 años después, mientras intercambiamos pareceres con los estudiantes sobre la globalización y la inacabable revolución tecnocientífica, revisamos cómo ha ido llegando hasta nuestra cotidianeidad el uso imperativo de un número elevado de anglicismos, tal vez en un exceso injustificado. Injustificado en verdad, porque en muchos casos se trata de vocablos que tienen equivalentes en nuestro idioma.

Seguramente el ámbito de la tecnología ejerce la mayor influencia en esta invasión idiomática. La avalancha indetenible y maravillosa de nuevos productos trae denominaciones de origen que se insertan en el lenguaje de sus usuarios, a veces sin dejar tiempo para buscar un vocablo equivalente en nuestro idioma o constatar que éste no existe. Incluso juega a favor de los vocablos invasores su brevedad o su eufonía.

Tanto el software como el hardware no tienen equivalente apropiado en nuestra lengua. Por allí está el caso de cassette o diskette, cluster, chip y también videoclip. Si dijéramos que se trata de una red o una maraña, no alcanzaríamos a explicar lo que es un sitio web. ¿Se puede decir con otras palabras lo que es el zapping? No se tiene UNA palabra que exprese lo que implica catering o rating; para delivery la palabra “entrega” resulta escasa. No hay forma de explicar en español lo que es una suite de hotel.  En el mundo femenino existen, sin sinónimos, el lifting y el topless.

Ya el long play casi no existe, pero hablar de un “larga duración” no aludía necesariamente a una grabación de varias canciones o melodías. Es más fácil decir simplemente CD = Ci Di (ó Ce De si lo prefiere) que hablar de “disco compacto”. ¿Quién no entiende ahora cuando hablamos de un DVD? Difícil e innecesario sería hablar de un “Disco de Video Digital”. ¿Y qué vendrá luego del Blu-ray?

Y así, ya sea por necesidad, facilidad, presión social, novelería o mera ignorancia, el número de anglicismos crece en el habla diaria. Impacta –o es cool- tener backgroung, comprar en tiendas de retail en un mall, chequear tu boleto en el counter, combatir el bullying, hacer cheking vía internet, cumplir con el check out, preparar un mix, tener un blog propio, comprarle un skateboard al niño, asistir a un coaching, comprarse un dúplex con closet muy finos, practicar el trekking, cambiar tu password, registrar un link, buscar un sponsor, compartir un copyright y comer apurado en fast food.

Ciertamente no se trata del esperanto, pero parece que se acerca mucho a cumplir con su finalidad.

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