"Me importa un pepino lo que diga un medio" dijo, durante su efusiva intervención, Javier Díez Canseco, en el debate sobre la acusación formulada por la Comisión de Ética, presidida por Humberto Lay, contra el congresista Rubén Coa Aguilar, de Gana Perú, por protagonizar un escándalo en un "bar" en Cusco durante un viaje de representación; escándalo que fue puesto al descubierto por un medio de prensa.
Si bien Diez Canseco fue el más elocuente, lo que vimos fue a toda la bancada oficialista –y a algunos miembros de otras bancadas– en esfuerzos dignos de causas más honestas, veraces y ejemplares.
El debate fue revelador sobre lo que piensan y defienden los congresistas, sobre sus principios y valores; y sus "intereses". Heriberto Benítez, del partido del ex alcalde Luis Castañeda Lossio, por ejemplo, habló de la existencia de una ética publica y otra, distinta, privada; y que a un político sólo se le puede juzgar por la primera y no por la segunda. García Belaúnde, de Acción Popular, dijo que no era así, que ambas esferas deben ser lo mismo: “no puede haber una posición de la boca para adentro y de la boca para afuera”. Finalmente Lay remarcó que los congresistas son los segundos en la jerarquía de funcionarios públicos en el país y que están sólo después del Presidente de la República, y que no era el caso de ver si había o no pruebas de alcoholemia en el caso de Coa, sino de entender que un parlamentario debe ser ejemplar porque todo lo que hace es visto y evaluado por la sociedad de manera permanente.
Lo cierto es que la Comisión de Ética incomoda, perturba y altera a congresistas de todas las bancadas. Al parecer lo moral y lo ético, incomoda.
El pastor Humberto Lay, ex candidato presidencial y a la alcaldía de Lima, se ha ido convirtiendo en “un problema” para muchos, y no ha faltado quien ha querido atacarlo a él, personalmente, para detener su trabajo. Esos ataques dicen mucho de quien vienen y fortalecen la labor indispensable que él y los miembros de esa comisión deben seguir haciendo. Aún quedan muchos casos más por resolver. En realidad, el debate por un mejor Congreso recién empieza.
Ruben Coa fue finalmente salvado por una mayoría oficialista que está en minoría moral. Ya caerá. En el fondo, aunque muchos de sus colegas quisieran ver frito a Lay, la gran mayoría de peruanos quieren que siga. Quizá, al final de estos cinco años logre exorcizar a varios padres de la patria desterrando sus demonios. Si el Congreso es el reflejo de la sociedad no podemos abdicar en corregirlo, aunque pataleen y vociferen algunos, porque al final será para bien. Que así sea.
Publicado el 12 de setiembre de 2012 en el diario Expreso.