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Jueves 13 de septiembre 2012

Tres setiembres

Por: Agustín Haya de la Torre.
Tres setiembres
Foto: Imagen compuesta

Tres acontecimientos coinciden en este mes. El derrocamiento de Salvador Allende, el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York y la captura del jefe de la banda terrorista Sendero Luminoso.

Distintos y lejanos en el tiempo entre sí, tienen sin embargo elementos comunes y de ellos se desprende la sensación de tareas inconclusas y de amenaza a La Libertad.

El golpe de Augusto Pinochet marcó un hito en la política latinoamericana. Hasta entonces Chile sumaba desde su independencia apenas trece meses de interrupciones anticonstitucionales. Ejemplar en su trayectoria republicana, le llegó el momento trágico cuando la derecha y la intolerante política de los Estados Unidos, en plena Guerra Fría, decidieron interrumpir el proceso democrático. Se avecinaban elecciones parciales y todo indicaba que la Unidad Popular iba a conseguir un triunfo aplastante.

El golpe demostró la absoluta falta de respeto de la derecha económica por las libertades. Pinochet se dedicó a destruir las instituciones e imponer una dictadura que en medio de la represión contra sus adversarios duró 17 años. Al final un referéndum sobre su continuidad lo derrotó. Los grandes partidos históricos resurgieron pero con una variante importante: la derecha pura y dura fue reemplazada por una corriente moderada y democrática.

El atentado contra las Torres Gemelas marcó un giro en la política exterior de Washington, pero un giro equivocado. La invasión de Irak fue la consecuencia más terrible. El pretexto de las “armas de destrucción masiva” del régimen de Bagdad nunca pudo ser probado y la guerra civil desatada tras la caída del antiguo aliado de los EE.UU. aún prosigue. Pese a la ejecución del fanático y multimillonario empresario saudí Osama Bin Laden, sus hordas siguen matando.

El drama de la primavera árabe es que al lado de los reclamos de democracia contra las envejecidas dictaduras militares que Gamal Abdel Nasser inspiró, aparecen facciones integristas donde no deja de meterse Al Qaeda.

La captura de Guzmán fue un golpe decisivo cuando en su delirio creyó haber alcanzado el “equilibrio estratégico”. El comportamiento del cabecilla que quería una “cuota de sangre” de un millón de muertos para imponer su dictadura totalitaria, fue vergonzoso de principio a fin, a cambio de mejores condiciones carcelarias.

Ciertas categorías inconsistentes usadas acríticamente en la Comisión de la Verdad, han creado la confusión de culpar a los partidos políticos, víctimas del terror, por defender a la democracia cuando gobernaban. Incluso estos ideólogos dan por culminada una “época de violencia”, cuando el senderismo sigue asesinando porque jamás fue extirpado.

El enredo continúa cuando nadie sabe por qué extraña pirueta, las operaciones terroristas con Guzmán libre, pertenecen al “conflicto armado interno”, mientras que las decenas de soldados, Policías y civiles que siguen cayendo, ya no.

SL es la sombra trágica de la violencia que desde abajo quiere acabar con la democracia.

Publicado el 13 de setiembre de 2012 en el diario La Primera.

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