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Jueves 13 de septiembre 2012

Chávez sin cadenas

Por: Rubén de Mayo.
Chávez sin cadenas
Foto: Referencial

A comienzos del mes de agosto del año en curso, el presidente Chávez hizo una cadena de radio y televisión para anunciar la apertura de un supermercado en Caracas, el Gran Abasto Bicentenario, en plaza Venezuela. Nuestro Comandante justificó la cadena diciendo que los medios de comunicación privados no  iban a reseñar tal inauguración, y probablemente tenía razón: estamos hablando de la inauguración de un supermercado, uno solo, así como lo lee, para todo un país, que tiene unos 28 millones de habitantes.

A Chávez poco le importa que solamente en Caracas tenga  (sí, son de él) más de siete canales de televisión (no contemos las emisoras radiales), todos con programación abiertamente propagandista, ensalzando la figura presidencial y la labor de Gobierno, en los cuales puede repetir orgullosa y machaconamente, como lo hace, con el Alma Llanera de fondo musical, que abrió un supermercado; tampoco le importa que los canales privados se vean obligados por ley a transmitir diariamente mensajes (micros) institucionales, del Estado, que no son más que propaganda gubernamental, sobre todo ahora que estamos en período electoral. No, eso no le importa, él tiene que encadenar, para que usted se entere que él abrió una arepera (él mismo, con sus propias manos la fraguó); un supermercado; hizo un recorrido por una escuela refaccionada; visitó una fábrica estatal o inauguró un centro médico en Cariaco. Todo esto en un país de 28 millones de habitantes, que poco o nada, en su conjunto, se beneficia de estas pomposas y celebradas realizaciones, a menos que la persona viva en la misma ciudad en la cual se inauguró la arepera o el supermercado, y preferiblemente en la misma localidad para evitar largas colas. Lo mismo pasa con el problema de la vivienda: a ver si se resuelve tan agudo y espinoso problema entregando 100 viviendas en una cadena, en un país que tiene un déficit habitacional de más de 3 millones de viviendas y la mitad de la población viviendo en ranchos.

Definitivamente, no somos un país normal, de ciudadanos mínimamente conscientes de su contexto, piensa Chávez. Para enterarnos, por ejemplo, de que en nuestras calles la delincuencia ha disminuido, hay que ver un anuncio del Gobierno en el cual se afirma eso, mientras con asombro nosotros dudamos de que nos hayan atracado el día anterior. Para percatarnos, pongo este otro caso, de que la inflación ha bajado no basta con ir al supermercado, Chávez debe decirlo en cadena nacional, no vaya a ser que usted esté alienado y se gaste la mitad del sueldo en alimentos.

Para esto es que sirven las cadenas entonces, para abrirnos los ojos, tanto a los chavistas como a los opositores, porque alienados estamos todos, menos nuestro Comandante Presidente; pero no se crea que Chávez quiere abrirnos los ojos para que solamente veamos la realidad tal como él la percibe, que transita a diario por estas calles, como paisano y sin guardaespaldas, y hace mercado habitualmente en abastos y supermercados; Chávez va más allá en su amor patrio, que es amor a sí mismo: él lo que desea es que lo veamos a él, suma de ciudadanía y respeto a las leyes, dechado y molde de virtudes cívicas, a ver si algo bueno se nos pega.

Por eso Chávez trata de arropar en sí todas las artes, los tipos y las profesiones para que su representación sea totalizadora, de modo que para nosotros es normal (¡qué fortuna!) apreciar y degustar que en una cadena nuestro Presidente factótum cante con varios gallos brotando graciosamente de su garganta (así canta el pueblo, diría él); hable como todo un filósofo del único libro de filosofía que ha leído en su vida (Así Habló Zaratustra, de Nietzsche); diserte con sapiencia de economía, éste es uno de sus puntos fuertes; agricultura; industria, petróleo, comercio, deportes, relaciones internacionales, etc., y todavía le quede tiempo para contar anécdotas jocosas de su vida privada, que él desea sea pública y de interés internacional y universal, no vaya a ser que haya vida en otros planetas.

Pero he aquí un escollo que debe salvar nuestro Comandante si no quiere que haya un "abajo cadenas", como bien reza una frase de nuestro Himno Nacional: ganar las elecciones el 7 de octubre; si no, tendrá que competir cual animador, presentador y moderador de espectáculos cualquiera, en igualdad de condiciones (es esto lo que a Chávez le disgusta), con Maite Delgado, Daniel Sarcos o el Pollo Brito; y desde ya sabemos que como presentador del Miss Venezuela no figurará, aunque ese tipo de concursos le quede como anillo al dedo. Cosas de la farándula, Comandante. (El Universal)

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