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Viernes 14 de septiembre 2012

La pobreza es de este mundo

Por: María Mas Herrera.
La pobreza es de este mundo
Foto: Referencial

El 8 de septiembre fue un día de regocijo para los católicos. La celebración de los 101 años de la coronación de la Virgen Del Valle que se lleva a cabo, maravillosamente, en el Valle del Espíritu Santo, Municipio García, en la isla de Margarita, es uno de los eventos más importantes del momento para muchos que tienen amor en el corazón. Miles de devotos anegaron la placita y se agolparon en la entrada de la iglesia. Aleluya, ¡Tierra Santa!

Hoy voy a respetar lo sagrado y me alejaré de la economía y la política que son los temas con los que develo mis pensamientos, cotidianamente. Hoy, me limitaré a lo santo, a ese mundo insondable donde el velo del misterio no deja ver los límites de la razón. Ésta, es mi pequeña historia.

Hace más de 25 años llegué a la iglesia del Valle, entré, saludé a la Virgen y salí de allí emocionada. Había llegado con una amiga rica que me había costeado todos los gastos, a cuerpo de reina, pero en mis bolsillos no tenía ni un centavo. ¡Ni uno! Caminé tres pasos y me di cuenta de mi descomunal pobreza. No podía comprarme el busto de la virgencita para llevarla a mi casa. Estaba en una pobreza tal, que ella, la Virgen del Valle, no estaba a mi alcance. Cerré los ojos, me tapé la cara con las dos manos y comencé a llorar copiosamente.

De pronto, escuché una voz muy fuerte de hombre que me dijo, "camine hacia adelante". Mire a todos lados y estaba sola en la plaza. No había nadie. Caminé sabiendo que aquello era muy raro. Me moví por instinto. La calle me llevó a una puerta de vidrio. Allí, escuche nuevamente la voz que me dijo: "Abre y entra". Así lo hice. El lugar estaba repleto de bustos de la Virgen del Valle, de todos los tamaños y modelos. Seguidamente escuché: "Tome el más pequeño y salga de aquí". Ejecuté  todas las órdenes tal y como me las dieron.

Al cabo de unos minutos estaba parada en el mismo sitio donde lloraba por la pobreza y la falta de Virgen. Nunca, hasta hoy, había relatado esta pequeña historia sobre lo que yo considero un milagro de la Virgen del Valle. Ese busto preside hoy la sala de mi casa. Con ella converso todos los días y todo el que llega con algún problema se lo encomiendo. La Virgen vive conmigo y nos encontramos a través de esa pequeña y modesta imagen puesta en una mesa en la sala de mi casa.

A veces siento que su presencia, diminuta e inmensa al mismo tiempo, me recuerda lo oprobioso de estar en pobreza, de no tener y de no poder. Sus ojos y su rosario me dicen que siga adelante, que acompañe al prójimo, que no me canse, ni me rinda, porque su presencia siempre estará conmigo y sin lugar a dudas con todos los venezolanos. Salve a la reina de las aguas saladas para que sus bendiciones nos protejan en estos tiempos agoreros de plena oscuridad: ¡Que la Virgen María, en su advocación del Valle, bendiga a todos los venezolanos! Amén. (El Universal)

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