El país ha sido sorprendido con otra mentira oficial; la falsa noticia de un rescate de niños secuestrados por Sendero que no eran tales. Desde Palacio se informó de la imaginaria acción. Fue motivo para esos desbordes de figuretismo que nos hacen recordar los días en que Alan García aparecía hasta en la sopa y pronunciaba tres discursos por día.
El episodio en que la niña Zoraida Caso Asparrín, de ocho años de edad, resultó abaleada por la fuerza pública, está en proceso de investigación. Pero desde ya está claro que murió durante un ataque antiterrorista que eligió mal el blanco.
Alguien escribió que durante una guerra, la primera víctima es la verdad. En los conflictos internos, LA PRIMERA víctima suele ser el periodismo. En el caso que hoy nos ocupa, hemos visto en los medios una credulidad unánime respecto a la supuesta operación antiterrorista, que incluso condujo al secuestro de tres niños, de diez meses, cuatro y ocho años, que fueron traídos a Lima, junto con su madrastra Aquila Paucarcaja Vega.
Todos los escribidores se tragaron el sapo, y hasta derrocharon elogios a la operación “antiterrorista”. Pero el Ministerio Público ha descartado cualquier vinculación de la señora Paucarcaja con Sendero Luminoso. Cabe suponer que la niña muerta y los nenes secuestrados, tampoco eran senderistas.
En el caso está implícito cierto oficialismo, concordante con el apego de los dueños de prensa, radio y televisión a un régimen que cada día se derechiza más, y trata de encubrirse con una fanfarria publicitaria. Los personajes de esta maniobra padecen de una insaciable necesidad de aparecer. No saben el corrosivo daño que están haciendo al gobierno que buscan defender.
Hay detrás del apoyo mediático a maniobras como ésta, una tendencia histórica: el servilismo. La Gaceta de Lima, el primer periódico impreso en el Perú, allá por el siglo XVII, empezaba cada edición con un elogio al virrey y una crónica de su estado de salud, sus paseos, su agenda. En la pila de bautismo de los sobones de hoy figuran, pues, remotos precursores.
Lo que está en juego en el mundo de hoy, y, a fondo en el Perú, es la independencia del periodismo. El 2 de octubre de 1998, cuando se revelaba la participación del presidente argentino Carlos Menen en el contrabando de armas a Ecuador, para dañar al Perú, el diario Clarín de Buenos Aires escribió:
“La prensa prueba ser en verdad independiente cuando puede ofrecer información que enriquezca la visión de la realidad y el desarrollo de la sociedad y sus instituciones, a pesar de que ese relato vaya en contra de intereses de sectores o individuos; especialmente cuando se trata de funcionarios, mandatarios o personas con protagonismo. Para el periodismo, la única frontera inviolable en esta búsqueda la traza la ley”.
Quizá para el Perú, esa sería una prédica en el desierto (Con información del diario La Primera).