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Martes 18 de septiembre 2012

El petróleo: emergencia nacional

Por: Odoardo León-Ponte.
El petróleo: emergencia nacional
Foto: Referencial

La industria petrolera estatizada bajo Pdvsa, traía consigo un caudal de experiencia y conocimientos que la convertían en una empresa eficiente y productiva en la que cada miembro de la organización sabía qué hacer y cómo hacerlo, producto del tiempo en el trabajo convertido en experiencia y conocimientos. Eso fue lo que hizo posible que al estatizar las actividades con solo cambios de nombre, se siguieran cosechando éxitos. Había un proceso por el cual se reconocían los méritos y las competencias de las personas que daba como resultado que llegaran a los distintos niveles de la "escalera" quienes tenían cómo llenarlos e incluso superarlos. Así, los cambios en la estructura se fueron haciendo para darle mayor efectividad, quedando tres operadoras que representaban núcleos sólidos de personas para la actividad operativa de la industria: eran grupos con un espíritu de cuerpo con una identidad propia. La casa matriz, Pdvsa, fungía de colchón para contener y administrar los ímpetus políticos, para que estos no afectaran las operaciones. Eran Pdvsa y sus filiales operadoras: estas últimas tenían constancia de propósito y esfuerzo, condición indispensable para el éxito sostenido.

Con la eliminación de las operadoras y la conversión de Pdvsa en operadora, se castró la posibilidad de que siguiera el éxito continuado de la actividad petrolera y se abrió la compuerta que facilitó que los ímpetus afectaran las actividades operativas. Se comenzó a afectar el sistema mismo y hasta se saltó la secuencia misma de la cadena de sucesión. Los resultados están a la vista.

Las circunstancias de la industria se han convertido en un pastel. Pdvsa es una empresa que se supone maneja la industria, ya que ha venido operando un segmento mayoritario, pero en disminución (3.000.000 b/d propios en 1999) de la actividad productiva, es accionista mayoritaria de la empresas mixtas y dedica esfuerzos mayores en personal y dinero a actividades negadas con su objetivo intrínsecamente petrolero. Resultado: no hay dinero para invertir en la actividad petrolera para mantener ni aumentar la producción, el potencial  y la capacidad de refinación. Todo lo contrario, merman la producción de petróleo y la capacidad de refinación, aumenta el volumen requerido para el mercado interno con la necesaria importación para suplir esas necesidades y se compromete la producción al usarla como fórmula de financiamiento para propósitos políticos. La acción y los resultados responden a enfoques que han logrado destruir la isla de excelencia que una vez fue Pdvsa. Cuando la decapitaron al botar a toda la plana mayor, se eliminó la constancia de propósito y de esfuerzo que mantenía la actividad exitosa; la actividad orientada a proveer fondos para que el Estado los aplicara a sus programas pero manteniendo la salud de la organización.

De la producción de la industria hoy de unos 2.400.000 b/d, 800.000 se van al mercado interno, 300.000 se van a los amigos políticos y 400.000 están comprometidos con el fondo chino: quedan 900.000 que podemos comercializar pero que deben contrapesarse con las importaciones para el mercado interno y otras obligaciones.

La actividad de la cual derivamos el 95% de nuestras divisas para la importación indispensable de alimentos, está a la deriva. ¿Es rescatable? La industria sí; Pdvsa no lo es. Oigamos las alarmas de emergencia. (El Universal)

La industria petrolera estatizada bajo Pdvsa, traía consigo un caudal de experiencia y conocimientos que la convertían en una empresa eficiente y productiva en la que cada miembro de la organización sabía qué hacer y cómo hacerlo, producto del tiempo en el trabajo convertido en experiencia y conocimientos. Eso fue lo que hizo posible que al estatizar las actividades con solo cambios de nombre, se siguieran cosechando éxitos. Había un proceso por el cual se reconocían los méritos y las competencias de las personas que daba como resultado que llegaran a los distintos niveles de la "escalera" quienes tenían cómo llenarlos e incluso superarlos. Así, los cambios en la estructura se fueron haciendo para darle mayor efectividad, quedando tres operadoras que representaban núcleos sólidos de personas para la actividad operativa de la industria: eran grupos con un espíritu de cuerpo con una identidad propia. La casa matriz, Pdvsa, fungía de colchón para contener y administrar los ímpetus políticos, para que estos no afectaran las operaciones. Eran Pdvsa y sus filiales operadoras: estas últimas tenían constancia de propósito y esfuerzo, condición indispensable para el éxito sostenido.

Con la eliminación de las operadoras y la conversión de Pdvsa en operadora, se castró la posibilidad de que siguiera el éxito continuado de la actividad petrolera y se abrió la compuerta que facilitó que los ímpetus afectaran las actividades operativas. Se comenzó a afectar el sistema mismo y hasta se saltó la secuencia misma de la cadena de sucesión. Los resultados están a la vista.

Las circunstancias de la industria se han convertido en un pastel. Pdvsa es una empresa que se supone maneja la industria, ya que ha venido operando un segmento mayoritario, pero en disminución (3.000.000 b/d propios en 1999) de la actividad productiva, es accionista mayoritaria de la empresas mixtas y dedica esfuerzos mayores en personal y dinero a actividades negadas con su objetivo intrínsecamente petrolero. Resultado: no hay dinero para invertir en la actividad petrolera para mantener ni aumentar la producción, el potencial  y la capacidad de refinación. Todo lo contrario, merman la producción de petróleo y la capacidad de refinación, aumenta el volumen requerido para el mercado interno con la necesaria importación para suplir esas necesidades y se compromete la producción al usarla como fórmula de financiamiento para propósitos políticos. La acción y los resultados responden a enfoques que han logrado destruir la isla de excelencia que una vez fue Pdvsa. Cuando la decapitaron al botar a toda la plana mayor, se eliminó la constancia de propósito y de esfuerzo que mantenía la actividad exitosa; la actividad orientada a proveer fondos para que el Estado los aplicara a sus programas pero manteniendo la salud de la organización.

De la producción de la industria hoy de unos 2.400.000 b/d, 800.000 se van al mercado interno, 300.000 se van a los amigos políticos y 400.000 están comprometidos con el fondo chino: quedan 900.000 que podemos comercializar pero que deben contrapesarse con las importaciones para el mercado interno y otras obligaciones.

La actividad de la cual derivamos el 95% de nuestras divisas para la importación indispensable de alimentos, está a la deriva. ¿Es rescatable? La industria sí; Pdvsa no lo es. Oigamos las alarmas de emergencia.     

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