Otra victima del valor de la verdad

De todas las formas con las que se puede ganar dinero en televisión, la más perversa  y sacada de una historia de Poe es  “El valor de la verdad”. Otrora los programas concursos que difundían la ciencia del saber y los paulatinos razonamientos frente a una cámara, hoy la luz brilla por un premio que muchas veces es esquivo pero bien remunerado por el periodismo.

Un periodista en los años 70’ decía que se  debe dar al público lo que el público quiere, pero que hacemos con aquel público mal educado que aun no sabe cruzar la pista por un cruce peatonal, no respeta las áreas públicas (orina en el arbolito) y sobre todo mal acostumbrado a mendigar lo que un sector brinda, vende y no se hace cargo del efecto que cargo en aquellos pequeños de casa que escurridizos filtran su mirada los sábados en la noche. El tema sociológico y de desilusión peruana por saber sobre la vida de los demás no solo termina con la televisión apagada sino en el  comentario sobre alguien que quizás nunca conozca y quizás nunca conocerá; lo más triste, sucesos que a cualquiera en algún momento de nuestra vida nos podría pasar, en otras palabras somos víctimas de nuestra propia mentira reflejada en la verdad de otros.