Por Ley No 28522 fue creado el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN) con la finalidad de conducir y desarrollar la planificación concertada como instrumento técnico de gobierno y de gestión pública.
Indiscutiblemente requerimos de planificación, aunque lamentablemente cuando se han presentado estudios, propuestas y planes sobre el particular, se han caracterizado por generalizaciones, incluyendo confusas elucubraciones y disquisiciones que por su vaguedad son difíciles de comprender y de implementar.
Usualmente la documentación de quienes han pretendido planificar estuvo redactada en términos confusos, eludiendo ir a lo práctico y concreto, con lo cual tales instrumentos se pierden en los anaqueles por no ser aprovechables.
Sin descalificar a pretéricas administraciones del CEPLAN, que tuvieron a su cargo la dura tarea de hacerlo andar, conseguir aunque sea un magro presupuesto, y comenzar de cero, hoy la nueva dirección que se ha hecho cargo de la Institución podría dejar de lado una agenda genérica, llena de buenos propósitos pero pocas posibilidades de concreción, para sustituirla por una agenda menos ambiciosa pero mucho más práctica.
La nueva dirección procede de la actividad privada, donde se le ha reconocido liderazgo y eficiencia, por lo que sumado al conocimiento de la disciplina planificadora, puede conducir un proceso exitoso que podría concentrarse en dos temas que exigen desde tiempo atrás la atención del Estado. El primero es el replanteo de la regionalización y el segundo lograr que las inversiones que realiza el Estado sean necesarias, de rápida ejecución, con más cuidado de los intereses y recursos del Estado pero que se concreten y ejecuten en muchísimo menor tiempo.
Para hacer planificación concertada necesitamos partir de algo, y ése algo tiene que ser el estudio del tema por el Estado y el diseño de los proyectos de normatividad legal, que luego de la concertación, se lleven al Parlamento. ¿Quién puede preparar ése algo? Consideramos que puede ser CEPLAN.
Se conoce hasta la saciedad que la descentralización tan ansiada por todos, con su herramienta de la regionalización, ha dejado más que frustraciones. Corrimos como si nos persiguieran, sin siquiera tener una primera región piloto, y hoy padecemos las consecuencias del apresuramiento y la falta de buen diseño, lo que se ha agravado con la pérdida de autoridad y presencia de los partidos nacionales al interior del país, sustituidos por movimientos localistas sin visión nacional y unitaria del Perú. No se necesitan más diagnósticos, los archivos están abarrotados de ellos, por lo que partiendo de lo que existe CEPLAN tiene el reto del rediseño y su propuesta.
Lo señalado para la regionalización es también aplicable a la calidad del gasto y de su ejecución por parte del Estado. La crítica no se circunscribe a gobiernos locales y regionales que acumulan y acumulan pero no invierten con eficiencia, ella también alcanza al gobierno nacional, démosle nomas una miradita al seguimiento que el congresista Juan Carlos Eguren hace todos los meses.
Ahora más que nunca se hace indispensable destrabar los burocráticos procedimientos para ejecutar las inversiones públicas. La crisis mundial lo exige, y comenzó a pasarnos la factura.