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REDES SOCIALES
Jueves 27 de septiembre 2012

Desigualdad y pobreza

Por: Alfredo Toro Hardy.
Desigualdad y pobreza
Foto: Referencial

América Latina es la región con mayores desigualdades sociales del planeta. En ella conviven 51 billonarios o mil millonarios, con 180 millones de personas bajo la línea de pobreza. Mientras los primeros alcanzan a una fortuna combinada de 332 millardos de dólares, casi el PIB de Venezuela, los segundos representan al 33,1% de la población de la región e incluyen a 72 millones de personas en situación de pobreza crítica. Así las cosas, junto a la primera y a la séptima fortunas del mundo, las de Carlos Slim de 69 millardos de dólares y la de Erike Batista de 30 millardos, respectivamente, encontramos a los sin tierra brasileños o los habitantes de favelas o ciudades perdidas que plagan la geografía urbana latinoamericana (Cepal, Anuario Estadístico para América Latina y el Caribe, Santiago de Chile, 2010; CNN-México, 9 marzo 2011).

El neoliberalismo postula que el crecimiento económico impulsado por los Slim, Batista y otros con fortunas menores, genera un goteo que va llenando la piscina social vacía, haciendo desaparecer la pobreza. Si así fuera no deberían quedar pobres en América Latina. Sin embargo la evidencia nos muestra que en Honduras esta llega al 68,9%, en Paraguay al 56%, en Guatemala al 54,8% en El Salvador al 54,8%, en Colombia al 45,7% o en México al 34,8%, por citar algunos casos (Cepal, Panorama Social de América Latina 2010, Santiago de Chile, noviembre 2010).

Lo cierto es que para llenar piscina social hay que invertir en capital humano. Es decir, en educación, salud, sanidad, desarrollo participativo y cooperativo, apoyo a la pequeña empresa, etc. Es el emerger desde abajo que no sólo brinda estructura a una sociedad sino que desencadena un efecto multiplicador en reverso de alta potencia. En efecto, un ciudadano educado, sano y participativo puede constituirse en la mayor garantía de despegue económico de cualquier sociedad. Ello, por lo demás, constituye la mejor fórmula para expandir la demanda agregada al interior de una economía.

El coeficiente GINI es la forma más fácil de comparar los niveles de desigualdad dentro de la región. Su simplicidad reside en que cero expresa perfecta igualdad y 1 máxima desigualdad. Allí encontramos cómo países que enfatizan el crecimiento desde arriba tienen niveles de desigualdad muy superiores a los que se preocupan por el emerger desde abajo. Mientras Colombia tiene un marcador GINI de 0,578 y México otro de 0,515, países como Uruguay y Venezuela lo tienen de 0,433 o 0,412, respectivamente (Cepal, Anuario Estadístico para América Latina y el Caribe, ya citado).

Por otro lado los tres países latinoamericanos que han evidenciado mayor disminución en sus niveles porcentuales de pobreza entre 2002 y 2009, Argentina, Venezuela y Brasil, tienen como denominador común una fuerte inversión social. Argentina bajó de 45,4% a 11,3%; Venezuela de 48,6 a 27,6 y Brasil de 37,5 a 24,9. Entre tanto México bajó apenas de 39,4 a 34,8 (Cepal, Anuario Estadístico para América Latina y el Caribe, ya citado). Los casos de Venezuela y Brasil son mucho más significativos pues se trató de desaparición de pobreza estructural y no básicamente coyuntural, como es el caso de Argentina. (El Universal)

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