Los hijos de Alberto Fujimori se declaran ofendidos por el comentario de Ollanta Humala sobre el indulto al ex presidente. Humala ha dicho que los Fujimori desean indulto mas no lo quieren pedir, y atribuye el hecho a un posible cálculo político. Pero ofendida y todo, parece que la familia no va a hacer la solicitud de indulto.
¿Cuál podría ser el origen de ese cálculo político? Tal vez que el indulto, a diferencia de la amnistía, supone el perdón de la pena, pero no del delito causante de la sentencia. La idea sería que los Fujimori prefieren a un Alberto Fujimori preso antes que aceptar el delito que lo llevó a la cárcel.
Un indulto de oficio, que el abogado defensor considera posible pero que el jurista Víctor García Toma declara imposible por la naturaleza de los delitos, permitiría a los Fujimori seguir descalificando al Poder Judicial que condenó a su padre. En cambio, ven un pedido de indulto como un reconocimiento de la pertinencia de la pena, y del juicio.
Pero no descartemos móviles políticos más profundos. Un Alberto Fujimori suelto en plaza y mejorado (nada restablece más que ser excarcelado) podría modificar mucho la topografía del fujimorismo. Las opciones van desde un opacamiento de la candidata Keiko Fujimori hasta una candidatura presidencial del propio indultado.
Se podría pensar que este tipo de cábalas pueden en efecto ofender el sentimiento de una familia interesada en el bienestar del padre. Pero allí está el trato displicente que los hijos dieron desde el poder a la madre, Susana Higuchi. De modo que aquí podríamos estar ante otro de esos casos en que salvo el poder todo es ilusión.
No es una encrucijada fácil, para nadie. Alan García mantuvo por cinco años un utilísimo entendimiento con el fujimorismo dentro y fuera del Congreso, y sin embargo el indulto no se produjo. En un político menos frío y pragmático se podría pensar que influyó la persecución al Apra posgolpe de 1992. ¿Pero qué pensar en este caso?
Quizás Alberto Fujimori fue un rehén del entendimiento Apra-fujimorismo. Quizás un Fujimori en la calle se hubiera dedicado a su propia campaña presidencial, complicando con ello los proyectos de García. En esto la situación de Humala en el 2012 no es tan diferente, y a ello hay que sumarle que ahora el fujimorismo es oposición.
La idea de que soltar a Alberto Fujimori producirá la gratitud de los fujimoristas es ingenua. Más real es la idea de que soltarlo tendría un gran costo político para Humala. Pero dejarlo morir en la cárcel, cuando el peligro exista, tendría su propio costo, y no pequeño. De modo que a todos les debe interesar su buena salud (Con información del diario La República).