Un gabinete perdido

En mayo de 2010 dije en mi libro “Así se hizo el Perú” que un indulto para Fujimori “puede ser el mejor cauce para llegar a una solución que nos encamine hacia la auténtica reconciliación política nacional”. En esas páginas sustento ampliamente mi criterio; y en el tiempo que ha transcurrido desde entonces –con dos ediciones del libro– me confirma en mi opinión.

En LA RAZÓN he tratado insistentemente sobre la necesidad de que este gobierno haga respetar el orden público y no se deje desbordar por las manifestaciones callejeras, que comienzan siendo reclamos salariales pero pasan a ser cuestionamientos políticos, peligrosos para la continuidad democrática.

El “boom” inmobiliario peruano comienza a parecerse demasiado al norteamericano y europeo, que terminó en una crisis espectacular. El Gobierno, sin afectar la economía social de mercado, debe preocuparse por poner los medios: control tributario a las inmobiliarias, pago del tributo al Sencico, garantías suficientes solicitadas por los bancos a los prestamistas de vivienda, mayor información a la ciudadanía, etcétera, para no entrar en trompo y perder todo lo que hemos ganado en crecimiento económico.

El descrédito por la actitud extremadamente pasiva del “gabinete de diálogo” perjudica principalmente al presidente Ollanta Humala, porque no rinde frutos por su misma concepción caviar del quehacer político, y su lamentable falta de energía para hacer cumplir la ley. El Jefe de Estado ha expresado claramente su punto de vista el sábado pasado (RPP), pero no es secundado por su consejo de ministros, gabinete que pareciera que va en sentido contrario.

Publicado el 29 de setiembre de 2012 en el diario La Razón.