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Jueves 04 de octubre 2012

Chávez, el Chacal y el cónsul

Por: Nelson Castellano Hernández.
Chávez, el Chacal y el cónsul
Foto: Referencial

El 10 de septiembre del 99, recibí un fax en la embajada en París destituyéndome de mi cargo.

Ese día,  la vocación y los años de carrera, quedaron borrados de un plumazo, me convertí en la primera víctima diplomática de un gobierno dispuesto a todo, con tal de complacer al terrorista venezolano Ilich Ramírez Sánchez, conocido como "Carlos, el Chacal".

Al principio me resistí a creer que pudiera tener ese grado de ascendencia sobre el gobierno. Confiaba que se impondría la sensatez y que el apoyo, no sería más que un elemento publicitario, un poco del folklore existencial que parece aficionar el presidente saliente. El embajador en Francia, se encargó de confirmármelo: -"fue por lo del Chacal"- me dijo.

Las cosas habían cambiado. Los intereses del país quedaban sujetos a los intereses del Movimiento Vta. República y al proyecto que implementaba junto a Fidel Castro: la creación en Latinoamérica del nuevo "Polo Antiimperialista". Una maquinaria se había puesto en marcha y Carlos formaba parte del plan inicial.  No ser incondicional te convertía en enemigo. Ese día se me recomendó que no volviera al país.

El ataque al World Trade Center de Nueva York, sensibiliza la opinión pública sobre el problema mundial del terrorismo. A partir de ese momento se dieron las condiciones para iniciar mis denuncias. Cuán difícil comenzar cuando te encuentras solo.

Me negué a aceptar la idea de que Chávez pusiera en peligro el destino de Venezuela sin reaccionar, justificándome detrás de excusas como "el secreto profesional" o "eran instrucciones de mis superiores".

Quise evitar que el temor me paralizara. El sentimiento de confusión es grande frente al atropello del Estado, uno puede sentirse culpable por no seguir el juego, como lo hicieron otros. De la condición de víctima pasas a sentirte responsable de lo que te sucede.

Sentí la necesidad de dejar un testimonio, el de un diplomático que vivió la transformación de su país y la caída del nivel de vida de sus habitantes. He intentado hacer un aporte para que la comunidad internacional entienda lo que sucede en Venezuela. Difícil hacerles comprender cómo un país con recursos, puede encontrarse en la situación actual y que esté dirigido por un hombre que ha perdido toda la dignidad de un presidente.

Un hombre que ha encerrado la sociedad civil en un callejón sin salida. Para mantener la viabilidad de su proyecto totalitario necesita aislar la voz de sus conciudadanos.

Un hombre que mantiene dos caras, la cínica con la que anuncia que está realizando una revolución, que es demócrata y que respeta las leyes; y otra oculta -la verdadera, que cada día se hace más evidente- con la que se muestra tal y como es, creando una estructura total de control nacional apoyada en una milicia paralela, destinada a poner en sus manos la dirección de todas las instituciones, políticas, electorales, militares, parlamentarias y de justicia.

Todo un "proyecto" de la mano con Fidel Castro, quien solo tiene ojos para la riqueza petrolera. Con ella pensaban financiar ese polo revolucionario, al mejor estilo de los sueños del viejo dictador y buscando el apoyo de Irán, la Libia de Gadafi, el Irak de Saddam Hussein, la ETA, los  restos de movimientos marxistas latinoamericanos, la guerrilla de Colombia y con las redes del terrorismo internacional.

Para esa parte del plan contaban con Carlos, el hombre de experiencia necesario para incendiar la región, el aliado secreto que podía desatar una campaña de terror que haría tambalear los gobiernos latinoamericanos que fueran adversos, el hombre amigo de terroristas y de los contactos con la red internacional.

A pesar de encontrarse instalado en el poder, el presidente saliente continuó actuando como si lo fuera de tan solo la mitad de los venezolanos y no porque utiliza un discurso nacional-populista, el hombre que intentó tomar el poder a través de un golpe de Estado, se convirtió en un político responsable, capaz de sacar al país de la crisis social y económica en que lo sumió. Su poca preparación, su ineficiencia y su demagogia no lo eximen de la responsabilidad de haber conducido a Venezuela al caos económico, a la violencia urbana y a la destrucción de sus valores. (El Universal)

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