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Martes 09 de octubre 2012

Los peligros de cierta TV que cautiva

Por: Lic. César Sánchez Olivencia
Los peligros de cierta TV que cautiva
Foto: diaadia.com.ar

“El periodismo, según como se ejerza, puede ser la más noble de las profesiones o el más vil de los oficios”. (Luis Miró Quesada de la Guerra)

Aunque parezca una contradicción, considero que la TV es un medio importante para entretener, informar y educar; pero también puede ser un  medio excelente para mantener en la ignorancia  y producir la enfermedad de la TV-adicción en el público. Orson Wells dijo unas frases muy sabias: “Odio el televisor como odio al maní. Pero no puedo dejar de comer maní.” Es una relación dual de odio-amor entre el público y el mágico aparato de TV. Este conflicto se produce, por lo general, en el público con mayor nivel educativo. En el caso de los niveles con mejor educación, es común observar la aceptación casi total del mensaje televisivo, sin rechazar  algunos efectos negativos del mensaje.

De acuerdo con  nuestro enfoque, las ventajas intrínsecas de la televisión abierta -en realidad- son desventajas para el televidente promedio que no tiene mecanismos de defensa contra la TVadicción. ¿Las razones? La televisión abierta  se recibe gratis. Ofrece todas las alternativas visuales, de sonido, movimiento, color y efectos especiales; es un medio poderoso con un gran impacto visual. El mensaje de la TV puede llegar sin que el público esté buscándolo conscientemente. Los televidentes no tienen que estar involucrados en el proceso para recibir el mensaje. La TV penetra con facilidad al consciente y al subconsciente del público.

La televisión se disfruta en la seguridad  de los hogares, donde las personas no son observadas por personas que piensen de modo diferente. Y la publicidad también ayuda a la TVadicción. Si el televidente ha estado preocupado por algún tipo de malestar y la TV tiene un mensaje para curarlo, tendrá un oyente atento y cautivo. Los anuncios apelan a las emociones y empatía de los televidentes. Son capaces de observar alegría o tristeza en las personas, “escuchar una voz ahogada por el dolor de garganta o  la expresión orgullosa de un padre que felicita a su hijo por sus buenas notas”. Pero las imágenes no lo dicen todo; dicen lo que deben afectar al público.

Algunos medios de TV  realzan su mensaje con su atracción innata. Es como la impresión que causa una mujer frívola. La mayoría de personas desearía aparecer en TV. Si lo hace por compromiso o de manera accidental, sus amigos dirán: "Lo vi en TV”. Observe los anuncios que se pasan en un programa en particular. Al hacer esto, podría tener una idea de quién está viendo el programa. La TV por su carácter comercial presenta  programas que apelan a ciertos grupos. En el Perú la publicidad obliga a la mayoría de dueños de canales a tener un rating y  éste obliga a algunos  programas a impactar con estereotipos en los niveles socioeconómicos C, D y E,  que en su mayoría incluyen  al público con menor nivel educativo.

LA RESPONSABILIDAD ÉTICO- MORAL

El periodista auténtico sabe que cuando produce una información es responsable de ella ante sí mismo, su medio y la comunidad a la que sirve.  Ante sí mismo, porque conoce y respeta el código ético-moral que rige su actividad profesional. Ante su medio, porque el fondo y la forma de su producción debe respetar la orientación correcta de sus editores. Y ante su comunidad, porque el periodista no debe practicar una libertad  de expresión y prensa con el objeto de engañar a sus lectores. El periodismo televisivo requiere aún más responsabilidad, porque sus mensajes afectan más las emociones del público con menor nivel educativo.

Estos principios rectores se resumen en el  Art, 1 del  Capítulo I  de las Normas Generales del Código de Ética Periodística, del Colegio de Periodistas del Perú:Los periodistas están obligados a proceder en todos sus actos con honor, velando por la dignidad de su profesión, del medio y/o centro de trabajo en el cual laboran y de las personas e instituciones, ejerciendo con decoro; para ser dignos de la libertad de expresión no hay que incurrir en el libertinaje. No existe libertad irrestricta de prensa, su límite natural es el derecho ajeno”. Aquí viene el caso del reciente reality del canal 2. El entrevistado (por  25 mil soles) reveló que su padre -quien falleció hace varios años- cobraba a los políticos por intervenir en sus programas. ¿Qué les parece?

Con un enfoque jurídico, aceptamos la hipótesis que el conductor de algún programa de TV -con dominio de sus facultades mentales- no puede  cometer un  “televicidio”. Excepto por apología del delito (Art. 316° del código penal). En cambio, de acuerdo  a las condiciones que se impongan al invitado  y el modo de  su emisión, puede motivar ex-ante, sin conciencia de querer ni de obrar (con la concurrencia de otros factores decisivos ajenos a la voluntad del conductor), la comisión de un ilícito. Sin embargo,  no se  presenta la figura de autoría mediata ni de coautoría. No puede ser el imputado de un crimen cometido materialmente por otra persona; pero sí podría haber  valoraciones  ético-morales que corresponden al fuero interno de la persona. Su auto-censura y auto-sanción dependen de su escala de valores ético-morales y de su nivel de conciencia.

Se trata de un nivel superior del deber ser, en que la responsabilidad ético-moral es más importante que la responsabilidad penal o civil. La responsabilidad ético-moral se relaciona con las acciones y su valor moral (lo bueno y lo malo), y es de carácter interno (refleja la esencia misma del ser: su “ADN”), por eso no necesita ser probada sino sentida. La responsabilidad penal es la consecuencia jurídica de la violación de la ley por una persona, y, frente a la anterior, debe ser descubierta y probada por el Estado. La responsabilidad penal se diferencia también de la civil en que el fin de ésta última es reparar un daño mientras que la responsabilidad penal busca sancionar.

Podemos atribuir a la persona una responsabilidad por lo que se propuso realizar y por los  efectos de su acción (responsabilidad ético-moral).  Está  ligada a la necesidad y libertad humanas. Solo si la persona tiene cierta libertad de opción y decisión es responsable de sus actos. No solo basta la transgresión de una norma moral, sino que se debe examinar las condiciones concretas en que aquél se produce. Se trata de  las condiciones necesarias y suficientes para indilgar a un sujeto una valoración moral por determinado acto que lesiona a las personas. Se trata de distinguir los factores condicionantes de los factores determinantes.

La formación ético- moral  de una persona  cuida que sus actos individuales o sociales no afecten negativamente sobre la persona humana o sobre la humanidad en conjunto. La irresponsabilidad es la acción o la intención de obrar conscientemente contra la razón. La “no-conciencia” de que la acción o la intención de actuar pueden causar daños  a terceros, exime de causalidad al infractor de la norma ético-moral. Cualquier periodista con una correcta formación académica, puede prevenir los efectos de un acto inmoral, que exceda los límites de lo razonable. De lo contrario, se trataría de un caso de  psicopatía o de  ambición desmedida por el dinero.

LA FORMACIÓN ACADÉMICA DEBE FORTALECERSE

El enfoque del problema ingresa a los claustros universitarios que forman a los periodistas. El análisis es similar al que se produce con el problema de la educación. ¿Se trata de poner énfasis solo en la instrucción tanto de profesores como de alumnos o se trata de su formación ético moral para que puedan aplicar correctamente sus conocimientos? La formación debe incidir en la aplicación del código de ética periodística. Simular un comité de aplicación, de normas o guías que sirvan al periodismo para tomar mejores  decisiones en procura de servir mejor al público y no perjudicarlo.

Se trata de educar y formar al periodista para que cada vez tenga menos errores de conciencia y cumpla mejor con su labor,  para el beneficio de la opinión pública.  Su mensaje debe llegar con la verdad, y con la  sabiduría de la prudencia,  y el respeto al público. Solo así será un periodista orientador de conciencias hacia el bien común y a la  paz de la comunidad. Para lograr este objetivo tiene que ser capaz de dejar de lado su interés  personal. No considerar  al periodismo como un negocio. La figura del maestro formador antes que instructor es un  factor decisivo.

Es cuestión de acordar un consenso a nivel nacional y articular universidades, gremios de periodismo y asociaciones empresariales. Un Acuerdo Nacional de Ética y Moral para la Prensa. Se trata  de que  haya códigos deontológicos  que  tengan  valor de aplicación. Formadores de conciencias y que  contribuyan al periodismo con recomendaciones sobre lo que no se  debería hacer, ya que algunos periodistas, debido a las diferentes escalas  de valores personales, no distinguen entre la profesión y el negocio. Sin ética la libertad de expresión es un  fraude que ofende a la Constitución.

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