No habrá buenos productos con malas máquinas

Para tener una BUENA EDUCACIÓN no sólo se necesitan buenos profesores, aunque sean ellos el factor FUNDAMENTAL de la calidad educativa. Se necesita también un buen diseño (currículo), una buena gestión institucional (escuela), infraestructura  y recursos para el aprendizaje, una sociedad educadora (padres y colectividad) y una administración general eficiente (gobierno). Es decir: si consideráramos a cada estudiante como el “producto”, la “máquina” que lo produce tiene estos diversos componentes.

Para esto y para lograr el desarrollo nacional en una dimensión integral, un instrumento que los peruanos hemos buscado desde hace ALGÚN tiempo es la descentralización. Sobre sus avances y dificultades hay opiniones para todos los gustos. Varios creemos que  -aunque nos cueste y nos haga sufrir- la mejor forma de enfrentar los problemas específicos está en hacer responsable de su solución a quién está más cerca de ellos. La democracia encarga elegirlos por el voto popular y por tanto, si tenemos malas autoridades es porque nosotros las hemos elegido. Una verdad de Perogrullo, claro está.

Otro punto de vista señala la torpeza de haber descentralizado el país –aunque se cuiden diciendo: “de esta manera”- cuando aún no estamos preparados para ello. Señalan que nada se ha ganado, que no sean grupos anhelantes de poder y nuevas formas de corrupción. Sólo que nadie sabe cuándo estaremos preparados.

En tanto que con la ayuda de Dios a nadie se le ocurra “re-centralizar” el país, nos espera una larga tarea por hacer las cosas bien, porque lograr la descentralización tiene aún episodios bastante difíciles que afrontar y superar –como la regionalización-, que van más allá de lo que escasamente se ha avanzado hasta aquí.

Uno de esos logros urgentes e importantes es contribuir a una buena gestión descentralizada mediante una adecuada ARTICULACIÓN GUBERNAMENTAL. Esto, en el ámbito educativo es fundamental. Recordemos que el “escenario educativo central” es la escuela, el aula; y lo que allí ocurra es lo verdaderamente importante. Ergo, desde las más altas oficinas del Ministerio de Educación hasta lo que diariamente hagan los funcionarios de las UGEL, todo debe estar al servicio de las instituciones educativas.

Esto es lo que lamentablemente sigue fallando en el sistema educativo. Aún no se aprueba la Ley de Organización y Funciones del Ministerio de Educación. Por tanto, no se tiene una Matriz de competencias y funciones que determine responsabilidades en cada uno de los tres niveles de gobierno (nacional, regional y local) en favor de las 96,611 instituciones educativas que hay en el Perú. Son esas “relaciones de coordinación, cooperación y apoyo mutuo” que en forma “permanente y continua” deben ejercitarse, pero que aún no se producen adecuadamente según lo constatado por el Consejo Nacional de Educación.

Aún más; no es infrecuente encontrar, al interior de algunas MAL LLAMADAS REGIONES, evidentes desavenencias entre instancias educativas que parecen responder a dos autoridades diferentes: por un lado el Ministerio de Educación y por otro los Gobiernos Regionales. El Ministerio debiera evidenciar que cumple un rol rector y normativo, claramente. Y aunque persista temor y riesgo por excesos o equivocaciones, las decisiones deben tomarse tan cerca de las escuelas como sea posible, hasta que ellas puedan decidir.

Tendremos mejores productos mejorando (o cambiando) las máquinas. Si cada quien cumple bien con lo que le toca no buscaremos culpables en el lugar equivocado y obtendremos resultados más satisfactorios.