Este esfuerzo no puede ser presidido por un político.
La Teletón 2012 batió el récord de donaciones pero su perspectiva futura sufrió un retroceso lamentable al poner a la cabeza de este valioso esfuerzo a un candidato presidencial como Pedro Pablo Kuczynski.
En este espacio planteé, hace más de un mes, en una columna sobre las perspectivas de los candidatos 2016, la incompatibilidad entre liderar la Teletón y querer ocupar un papel central en la política.
Pero, más allá de sugerir el apartamiento de PPK del proyecto –o anunciar su retiro político–, preferí no tratar el tema hasta que terminara el esfuerzo de la Teletón 2012.
Pues esta culminó en la madrugada del domingo y, de acuerdo con una nota de prensa enviada por ‘Prensa PPK’, la Teletón cerró, entre lo recaudado y los donativos pendientes de registro, con una proyección superior a los S/.8 millones.
Enhorabuena. El pequeño gran problema, sin embargo, es que poner un esfuerzo social como este en manos de un político es –me parece a mí, al menos, y así se lo cuento al lector de esta columna aun cuando quede un poco solitario– una manera de promover una candidatura electoral de un modo encubierto.
Eso está mal. Mal para la Teletón, cuyo éxito depende, entre otros factores, de que se perciba como un proyecto alejado de la política. Mal para la política, pues el país está cansado de contrabandos escandalosos como los que vimos –hasta el hartazgo– en la última elección.
Si algunos sectores empresariales quieren fortalecer la candidatura de PPK, lo cual es su derecho legítimo, debieran hacerlo con transparencia.
En este sentido, los empresarios peruanos deberían prestarle atención a lo que acaba de decir Ferrán Adriá en la presentación, en España, del estupendo documental Perú sabe, la cocina como arma social que hizo con Gastón Acurio: “Se puede ser ambicioso y competitivo, pero con valores humanos. Se puede triunfar sin ser un cabrón”.
No dudo del deseo de PPK de contribuir con los niños de la Teletón. Pero lamento mucho la posibilidad de ‘ganarse políticamente alguito’ con esto, lo cual se parece al cuento del pasaporte o a su justificación de ir a un programa de preguntas para asociar su imagen a la Teletón con el argumento deleznable de que en todas partes hay pan y circo.
Miren a Chile, cuya Teletón es un ejemplo en el continente. Recauda US$40 millones al año gracias a un organización espectacular y ahí no se les ocurriría usar este esfuerzo para una causa política, al punto que en el año en que hay elección presidencial no se hace la Teletón.
La marca Teletón se desprestigió mucho en el pasado en el Perú y he sido testigo del esfuerzo valioso por reconstruirla. No destruyan el camino ya trazado ni la ruta por recorrer (Con información del diario La República).