El reelecto presidente de Venezuela, Hugo Chávez, señala que su país tiene la mejor democracia del mundo y que sus elecciones han sido ejemplares. Si fuera así las democracias y los comicios en Perú, Estados Unidos, Francia o España, entre otros, serían las dictaduras perfectas.
Demás está decir que la candidatura heroica de Henrique Capriles, que luchó contra todo y contra todos. Contra un aparato estatal de 4.5 millones de empleados públicos, que votaron con temor en unas elecciones electrónicas que tienen que poner su huella digital, por lo que el voto podría ser identificado y el elector posteriormente despedido. Contra un aparato propagandístico millonario de Chávez, que funcionó hasta el mismo día de las elecciones, violando la veda publicitaria. Contra la política asistencial del régimen chavista. Contra un Congreso, Poder Judicial, Poder Electoral oficialistas.
Capriles si bien su presencia legitima unas elecciones “non sanctas”, sacar más de 6 millones de votos ha sido un esfuerzo sobrehumano.
Chávez es un peligro no solo para los venezolanos, sino también para las democracias latinoamericanas y para la seguridad continental. El apoyo a los grupos terroristas Hezbollah y las FARC, la posible autorización de una base misilística rusa en su suelo, apoyar al Estado canalla de Irán, nos dejarán con dolor de cabeza hasta el 2018. Tal vez lo bueno es que en vista de estos peligros los norteamericanos se endurezcan y voten a Romney en lugar de Obama.
Como expresaba el genial Groucho Marx “He disfrutado mucho con esta obra de teatro, especialmente en el descanso”.
* Periodista. Miembro de la Prensa Extranjera. Analista internacional
Publicado en el diario La Razón, de Lima-Perú, el 10 de octubre de 2012