¿Qué más tiene que pasar en Venezuela?

"El cambio se siente", "la gente está cansada", "mira la asistencia a las marchas de Capriles", parte de las expresiones que durante 3 meses activaron la esperanza en millones de venezolanos que apostaban por un cambio de gobierno el pasado 7 de octubre. Henrique Capriles realizó un trabajo sin descanso, con una propuesta coherente, conversó con todos los sectores del país, amanecía en el oriente y en la noche visitaba el occidente. Envió mensaje a los militares, empleados públicos, beneficiarios de la misiones, aspectos que lo hicieron merecedor del respeto y respaldo de mucha gente, pero que al final no fue la necesaria para producir su triunfo.

A pesar de la carencia de servicios básicos como electricidad, luz, abastecimiento de alimentos, inseguridad, alto costo de la vida, desempleo, expropiaciones, venezolanos sin viviendas, entre otros, una gran mayoría prefirió mantener ese contexto que indudablemente empeorará, desperdiciando una oportunidad extraordinaria. De los resultados del 7 de octubre se desprenden múltiples lecturas y aprendizajes que deben ser asumidos por más duros que sean, por un lado la maquinaria oficialista, la cual fue subestimada por la oposición cuando se creía que todo se trataba de autobuses, poca asistencia en actividades del PSUV o la tesis de los empleados públicos obligados, quienes componen la mayor nómina del país y a juzgar por los resultados no parecen estar tan descontentos.

Activistas del Comando Venezuela en el estado Carabobo, manifestaban con profunda decepción que muchas de las personas que "simpatizaban" con la denominada alternativa democrática, terminaron celebrando en caravanas oficialistas el domingo en la noche. Hoy Venezuela enfrenta el peor retroceso cultural de su historia, con "ciudadanos" que por mantener prebendas, se niegan a ver una realidad más allá de un cheque mensual. Negándole la posibilidad a los jóvenes de construir el futuro en un presente distinto al de la violencia, impunidad y la supervivencia diaria.

Muchos desde las trincheras opositoras se niegan a reconocer esta situación y utilizan el peor argumento: fraude, el cual ha sido rechazado por todos los miembros de la MUD quienes participaron en todo el proceso electoral, lo que evidencia que el aprendizaje no es el suficiente tras 14 años. El ventajismo del Gobierno fue denunciado en múltiples ocasiones, pero lo cierto es que la gente decidió.

Resulta inverosímil asimilar que ganó el candidato que en su discurso de campaña se atrevió a decir cosas como: "no importa que no tengan electricidad, que no les hayan asfaltado las calles, aquí lo que importa es Chávez". La oposición se siente satisfecha con el crecimiento del electorado, sin embargo, en una competencia lo ideal es ganar y más cuando está en peligro la nación. Quienes aspiraban que la polarización se transformara en reconciliación ven frustradas sus esperanzas frente a la egolatría socialista que desconoce al adversario, mientras que la impotencia acompaña al "despecho electoral" perturba cualquier avance por el momento.

En las próximas semanas se realizará un nuevo proceso electoral, pero mas allá de los resultados, el trabajo en las comunidades y con aquellos que no abren los ojos a la realidad, debe ser el objetivo a corto y mediano plazo, porque cada día en socialismo es un día menos en la reconstrucción del país. Espero que a esos más de 8 millones de venezolanos que decidieron por el continuismo no estén sufriendo la realidad de los no poco 6 millones 500 mil, de lo contrario, no se quejen.