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REDES SOCIALES
Martes 16 de octubre 2012

El país se muere por votar por Chávez

Por: Dámaso Jiménez.
El país se muere por votar por Chávez
Foto: Referencial

El país ya habló, se concretó la batalla perfecta. Son 8 millones de venezolanos que salieron el pasado 7 de octubre por su cuenta o buscados en motos, caminando o movilizados en la parte de atrás de un camión, gustosos o apáticos, convencidos o temerosos, gritando consignas o en silencio, y que sea como sea reeligieron al presidente Chávez para un nuevo período de 6 años más otorgándole otra oportunidad para completar un mandato de dos décadas en el poder y así cambiar todo un país a su antojo.

"Ahora es que hay Chávez para rato", fue el grito de los que estuvieron contenidos por la incertidumbre hasta que el CNE dio los resultados. Chávez obtuvo 55,26 % de los votos (8 millones 136 mil 637) en esta medición. Esta cifra, sumada a las anteriores: 62,84% (2006); 59,09%, en el referendo de 2004; 59,76% (2000) y 56,20% (1998), le confieren al líder socialista un promedio total de 58,60% de aceptación en la palestra electoral. Ninguno de los 13 presidentes que lo antecedieron en los últimos 65 años, a partir de 1947, logró un respaldo similar.

Por lo general el sentimiento de los venezolanos  no comulga con los derrotados, si no pregunten a los equipos que son eliminados del beisbol profesional, se les hace a un lado, se les llena de epítetos y corrosivos descalificativos, se les culpa del fracaso.

Por el contrario, el sector oficialista que no parecía muy seguro del reciente  triunfo hasta muy llegada la noche, emergió con la alegría de quien ha ganado algo más que una apuesta o la final del beisbol, y en adelante comenzó a reconocer en el "campeón", inmensos y  grandes atributos propios de las estrellas y olvidó de un tirón la memoria reciente.

Así en la primera semana posterior al triunfo hemos visto a un Chávez que goza de una gracia divina, que rebasa los límites del hombre político y  se pierde en lo mitológico, la razón de la paz y la tranquilidad del planeta, el único líder  capaz de llevar las riendas del país, de dar respuesta y conducir a sus seguidores por la senda de un socialismo, donde aparentemente todo es gratuito y es otorgado por el Estado en contraprestación a la lealtad y la obediencia.

Su popularidad actualmente está en el tope, lo hace trascender como objeto de adoración de un gran número de venezolanos que sin duda supera la mitad del país, que confía ciegamente en su criterio y que no le exige soluciones inmediatas a los problemas cotidianos que quedaron en el debate y la discusión de estos últimos 14 años, como por ejemplo la crisis eléctrica y el tercermundismo de nuestra escuelas públicas, hospitales, infraestructura y transporte público. Nadie habla de eso sino del héroe.

De repente olvidamos la corrupción amarrada con la burocracia, que se traga todo ingreso inimaginable de la industria petrolera nacional convertida en la gallina de los huevos de oro del proyecto revolucionario.

También te miran mal en estos días si alguien pregunta por el colapso económico o la devaluación que luce indetenible, o peor aún si se trata del auge descontrolado de una inseguridad que no tiene dolientes ni parece importarle realmente a nadie.

Quizás todas esas muertes violentas y atracos a cielo abierto en las calles a cualquier hora, sean realmente solo un estado mental y anímico de quienes sin ser oligarcas o burgueses o dirigentes de partidos de la "ultraderecha", han tenido el tino de denunciar estos desastres invisibles, y no por odio sino por dolor, han dejado de comulgar con la forma de proceder del actual gobierno y lo adversan. Pero perdieron y están en un error.

Es la visión catastrófica de la que habló nuestro Tetrapresidente de la República en su última proclamación, para referirse a quienes sólo ven una catástrofe en Venezuela.

"Venezuela no está en una catástrofe y lo que ocurre ahora es lo mejor que hemos tenido en 200 años", decretó Chávez para la posteridad, por si le quedaba alguna duda a buena parte de los 6 millones y medio de venezolanos disociados que no se dan cuenta de la lección que este socialismo le está dando al mundo.

Ni lo ocurrido en Amuay ni en El Palito fueron consideradas ineptitudes del actual gobierno, ni las 50 muertes diarias que ocurren durante el 2012 por el hampa desatada incidieron en el resultado de las presidenciales, tal como lo reflejó en un reciente trabajo el periodista José Ignacio Mayorca.  Las regiones con mayores índices delictivos votaron por el candidato del gobierno quizás porque el país se muere por votar por Chávez.

Según los entendidos oficialistas, el error de la oposición fue haber tocado el tema y no haberse desentendido de la tragedia y el dolor de quienes atracan o les matan o secuestran un familiar. El pasado fin de semana el hampa mató a un prospecto de las mayores de 18 años en Maracaibo para robarle los zapatos y el teléfono. Nunca lo veremos jugando beisbol. ¿A eso llaman la batalla perfecta?

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